José Orlando Martínez, exjugador del Alianza, Firpo y San Salvador, inició en el fútbol como lo hacen todos, poniendo dos piedras en la calle o agarrando un portón de meta. “Tenía seis años, iniciamos jugando en la calle futbolito, poníamos dos palos o un palo y un poste, lo que se pueda imaginar, para que una pelota entre y sea gol. En esa calle de la avenida María Auxiliadora, en Apopa, era en donde nos reuníamos a jugar”, comenta Chepe Martínez, detrás de su escritorio, en la clínica deportiva CIEN, ubicada en Santa Elena.

Estaba en la escuela, iba a la “Vicente Acosta” cuando se desarrollaron las ligas infantiles y me uní. Había interés de muchos adultos en que los niños con mejores condiciones deportivas jugaran en su equipo, así me invitaron, algunos ofrecían uniforme gratis y regalaban zapatos para que jugáramos con ellos, eso me despertó el interés hasta formar parte de ADET”, menciona Martínez, quien ahora dirige una fundación con el objetivo de descubrir niños talentos para El Salvador.

“Yo era un niño entusiasmado con el futbol, enamorado de la pelota, crecí en una familia muy trabajadora y con muy buenos valores, pero no vivíamos en la abundancia, mi mamá trabajaba en empleos domésticos y luego tuvo su negocio de granos básicos. A veces con el mismo par de zapatos que iba a la escuela jugaba fútbol. Se terminaban y me tocaba ir a la escuela con tacos”, indica Martínez.

El exseleccionado nacional asegura que cuando inició en el deporte su familia no apoyaba su pasión por el fútbol. “Para mis abuelitos gastar el tiempo detrás de una pelota no era algo de provecho, yo decidía entre que me pegaran con el cincho o ir a jugar; como yo ya sabía que me iban a castigar, iba y jugaba, me divertía y sabía que después venía la otra parte; usualmente ellos trataban de evitar que malgastara mi tiempo, creían que era algo de lo que no iba a vivir”, dice Martínez, quien también jugó una temporada con el Municipal Limeño.



Según José, ADET promovía a muchos jugadores, pero eran tantos y todos muy buenos, que era difícil sobresalir.

“insistí bastante hasta que se dieron los Juegos Estudiantiles, representando al Instituto Nacional de Apopa (INA), fuimos campeones nacionales y centroamericanos”, dice Martínez, quien también comenta que fue descubierto por entrenadores de la Liga Mayor de Fútbol mientras jugaba la final de los Estudiantiles en el estadio “Flor Blanca”, ahora conocido como el “Mágico González”.

José Martínez, culminó la Licenciatura en Ciencias de la Educación, con especialidad en Educación Física, en la Universidad de El Salvador (UES). “El fútbol fue, es y sigue siendo mi medio de transporte, pero en el camino de fútbol puedes agarrar la ruta equivocada, drogas, alcoholismo, infidelidad, la falta de pago que afecta a muy buenos jugadores”, dice asegurando que decidió tomar el camino complicado, descansar y negarse a salir y trasnochar, mientras estudiaba en los últimos años de su carrera futbolística.

Actualmente el exjugador del Atlético Marte, es director de CIEN, clínica deportiva que nace con la idea de ayudar y entrenar a personas con enfermedades crónicas no transmisibles, tercera edad u obesidades que usualmente en gimnasios convencionales no son tratadas. Además es el fundador de GOL, fundación de fútbol con el fin de desarrollar el talento deportivo en niños y jóvenes, y otorgar futuros atletas para la Liga Mayor y selección nacional.

“Yo siempre quise compartir un poco de lo que me dieron: tiempo, conocimientos, experiencia deportiva al servicio de los jóvenes, de los niños, nos dimos cuenta que hay niños que no tienen la oportunidad de pagar y disfrutar el deporte, por eso pensamos cómo gestionar ayuda para ellos y así nació la fundación”, puntualiza Martínez.