Es temprano para caracterizar el rumbo-país, lo que no es óbice para no señalar claros y oscuros de la coyuntura.

Claros. El ánimo del Ejecutivo para corregir crasos errores en el contexto internacional. El giro al sentar posición sobre Venezuela y desconocer al narco régimen de Maduro lo dice todo. Ninguna tiranía tiene justificación, máxime si se trata de una banda de malandros que han destruido la hoy empobrecida Venezuela, que en términos de diáspora hoy supera a nuestro país. Fue importante también la posición del gobierno sobre China y EUA que se resume en que los intereses salvadoreños privan por encima de los esas potencias mundiales, manteniendo una relación estable con ambas.

Internamente se ven positivas las medidas adoptadas para evitar que desde los centros penales se continúe ordenando homicidios y extorsiones que, según el presidente, en un 80% emanaban desde allí. Haciendo uso del monopolio del poder represivo/disuasivo del Estado, se ha iniciado un proceso de recuperación del control territorial. Aunque lento y gradual, se perfila como progresivo, a la par de los registros de personas en la vía pública para evitar la portación ilegal de armas. La problemática de inseguridad es gigantesca. Percibir avances reales requerirá tiempo. La llamada “Unidad de Reconstrucción del Tejido Social” deberá hacer mucho con poco y lograr una perfecta coordinación con la ciudadanía y los sectores productivos a fin de involucrarlos plenamente.

Ciertamente las dos opciones (cárcel o muerte) que el presidente ofrece a las pandillas no son las más felices, pero son el precio a pagar por los criminales que matan, violan y roban a la ciudadanía honesta.

Oscuros. Uno de los mayores retos del nuevo gobierno es mostrar transparencia para rendir cuentas. Me refiero a hechos específicos. 1º) La reciente afirmación de la Ministra de Educación en el sentido que “el MINED está copado por intereses políticos. Existen feudos y demasiadas irregularidades”. Si fuera así, sería algo gravísimo. Un sistema educativo politizado es lo que menos conviene al país. Sostener algo así solo se explicaría si el propósito fuera conducirnos hacia un modelo como el venezolano.

2º) La preocupante rendición de cuentas del Tribunal de Ética Gubernamental (TEG) que aunque es entidad independiente del Ejecutivo, registra más de 600 funcionarios públicos investigados. Las pírricas condenas apenas alcanzan un 4.57 % de los casos investigados. En el resto de denuncias los cargos imputados serían improcedentes o se habrían archivado. Por lo visto, la podredumbre en la función pública sería generalizada en los tres Órganos del Estado y, ojo, en las impolutas municipalidades.

3º) El nepotismo y amiguismo, crudo y vergonzoso, que exhibe el señor presidente, especialmente al designar a su querido hermanito para presidir un ente deportivo. ¿Qué solvencia moral tendría entonces para expulsar del sistema a la gran parentela de su antecesor? Por cierto, todos han regresado a sus puestos, ya que por medio de Twitter el presidente no puede despedir a nadie. Ahora integran el “Batallón Cobra”, estructura que succiona dineros públicos.

4º) El grave asalto a un bus interdepartamental (ruta 202 Ahuachapán-San Salvador). El estruendoso despliegue policial/militar, con helicópteros que no sirven, terminó con la detención de tres presuntos implicados, remitidos – léase bien – por el delito de “resistencia”. Algo inaudito para una policía cuyo jefe es el presidente de la república. ¿Y entonces que pasó? ¿Más circo?

5º) Los miles de dólares que se gastó el Banco Central de Reserva en un suplemento de lujo, full color, digno de los mejores tiempos de Saca. Todo un culto a la personalidad del titular del BCR, mientras cientos de miles de salvadoreños luchan por sobrevivir.

Son temas infaltables en una rendición de cuentas pre sidencial. Con la modestia del caso, le sugiero al jefe del Ejecutivo prepararse y realizarla el próximo domingo 1 de septiembre, para que la ciudadanía conozca los claros y oscuros de sus primeros cien días como presidente.