La gente parece muy relajada en las calles, los mercados llenos, las campañas educativas gubernamentales también parecen abandonadas y ahora ni siquiera se actualizan diariamente las cifras ni nos dicen en qué municipios hay más presencia de casos. Ver los bares de la capital hace olvidar que estamos en pandemia. Y en muchos de esos bares, el distanciamiento social que vimos en las mesas al inicio de la reapertura, ya no existe.
¿Y qué decir del transporte colectivo? Ese empuje de las autoridades que hasta madrugaban a hacer operativos para comprobar que los buseros tomaban todas las medidas de precaución, ya desapareció. Por el contrario, los policías hoy son totalmente permisivos con buses totalmente congestionados como en los viejos tiempos y además, sobran los desconsiderados sin mascarillas, incluyendo algunos motoristas.
La guardia está baja desde hace días y eso incluye no solo a la población sino a las autoridades sanitarias que deben insistir en las medidas de prevención y ser transparentes en cifras y datos. La pandemia es muy seria para descuidarse así, sino miremos Europa y Estados Unidos y comprenderemos lo que sucede cuando hay hartazgo pandémico.