Se ha vuelto una especie de costumbre más o menos generalizada, el utilizar los llamados “cien días” de un nuevo gobierno, para hacer las primeras evaluaciones sobre las primeras decisiones políticas, a fin de sacar las primeras conclusiones sobre el mismo. Por supuesto que dicho plazo también es utilizado por la oposición política de un determinado régimen, para detractar las acciones del gobierno, utilizando interesadamente absolutismos y totalismos, como si de juzgar un gobierno saliente o cuasi-saliente se tratase.

Así son los juicios con relación a esos primeros días que se suelen utilizar de “parámetro” para hacer los primeros juicios políticos –o pseudo-políticos de algunos-, de un nuevo gobierno. Así las cosas en ese término tan corto y limitado, pero tan generalizado y aceptado para estos propósitos, quizá desde “Teddy” Roosevelt que lo instauró. Pero bien, aún con estas aclaraciones, valdría bien la pena hacer ciertas valoraciones con relación a este período de poco más de tres meses del nuevo gobierno. Así pues, no obstante es un corto tiempo, cien días sirven para ver hacia dónde va el rumbo y para detectar la percepción que la gente tiene de su gobernante, y en ese respecto parece que el Presidente ha logrado establecer una manera de comunicación muy peculiar y acorde con su generación, y que además tiene un súper control de las instituciones del Estado, y por ello ha logrado generar la percepción que hay gobierno.

Los detractores políticos de siempre no deberían ponerse a criticar al gobierno por criticar y sin fundamento al presidente, quien tiene una gran aprobación ante el pueblo, pues existe una percepción más o menos generalizada que se están haciendo bien la cosas, y que por primera vez hay un gobierno adonde la regla general no es que se llega a robar sino a trabajar por los salvadoreños. Eso es total y absolutamente inédito en el país y quizá debe señalársele como un logro notable del nuevo gobierno.

Pero si algo debemos señalar de estos pocos días de ejercicio de gobierno, es que con los pocos pero significativos resultados presentados en estos días, ha comenzado a volver la fe y esperanza en la población que las “cosas pueden realmente mejorar para El Salvador”.

Por ello, yo resumiría los mentados cien días de gobierno en una sola palabra: ESPERANZA, porque creo que este aspecto muchos salvadoreños lo habían perdido. Muchos creían que era imposible que se resolviera el tema de la criminalidad, homicidios y extorsiones. Muchas gente decía que esto ya no se podría resolver, y agregado a esto la tregua del “nica” Mauricio Funes, le había terminado de poner la “cereza al pastel”.

Considero que en la actualidad el Estado está al servicio de la población y no de unos pocos. Hoy parece que tenemos la esperanza, de que es posible tener un Estado que quiere apoyar al pueblo y que además tenga presencia y no está ausente como en administraciones anteriores. Esperanza que cuando se quiere poner el Estado al servicio de las grandes mayorías y no de los grupos oligárquicos del país, se convierten en una gran fuerza acumulada por el mandatario, y al respecto, he de decir que se me parece que se están sentando las bases para un despegue económico a mediano plazo. La gente tiene esperanza que ya no veía, esperanza que la economía puede despegar porque se están haciendo los esfuerzos para atraer inversión extranjera ya que antes había 20 homicidios diarios ¿Quién quisiera venir a invertir así? El Presidente me parece que le ha devuelto la esperanza a los salvadoreños, y este es uno de los más grandes méritos de estos mentados cien días.

Finalmente he de decir que este corto período ha servido sin lugar a dudas para darnos cuenta –por si aún existía la duda- que existe una distinta forma de ejercer el poder, que existe una forma diversa de expresar los anhelos y sueños de las grandes mayorías empobrecidas de este país, y que los poderes facticos económicos, están dispuestos a hacer lo que sea por retomar el control total del ejecutivo, lo que bien pudiéramos llamar el ejercicio de una ética de cumplimiento político a toda costa, sobre la base de los reportes recibidos en el órgano Judicial, y así “justificar” la acción política conforme. Por ello y muchas cosas más, en las áreas que compete, el Gobierno de Bukele, tiene la masa crítica para lograr los apoyos que necita en términos de impulsar las grandes decisiones de gobierno que trascenderán su misma presidencia.