Es impresionante la reacción de los señores buseros a la propuesta de endurecer penas a aquellos conductores que, irresponsablemente, causen muertes. Además de oponerse a ser sancionados, los motoristas ahora amenazan con organizar una nueva caravana de migrantes y llevar su problema a Estados Unidos. ¡Vaya payasada!

Durante décadas, los buseros han sido uno de los sectores más privilegiados. Reciben subsidios -fondos públicos- sin ninguna auditoría estatal y sin mejorar sustancialmente el servicio de transporte. Muchas de sus unidades siguen siendo un verdadero peligro por la falta de mantenimiento; la mayoría no cuentan con ningún tipo de seguro y lo que es peor, siguen contratando motoristas irresponsables que muchas veces no tienen licencia y que, además, acumulan miles de dólares en multas por su manera temeraria de conducir. Asimismo, que sobran motoristas que manejan bajo el efecto del alcohol o drogas.

La propuesta que se discute en el parlamento de endurecer las penas a los motoristas irresponsables -no solo los del transporte público, sino los particulares también- es un buen paso para corregir la impunidad en las calles. Pero para ello se necesita también una policía eficiente y comprometida. Yo suelo criticar mucho que, salvo los policías de tránsito, el resto de agentes de la corporación pueden ver la peor de las violaciones a la Ley de Tránsito y vuelven la mirada a otro lado, como que servir y proteger no aplicara para eso.

La amenaza de irse en caravana no es más que otra anécdota del ridículo. ¿De veras creen que pueden tener oportunidad alguna en Estados Unidos, donde las leyes de tránsito son muy estrictas y los motoristas de transporte público pasan por exhaustivas selecciones? El chiste se cuenta solo. Mejor asuman sus responsabilidades y recuerden que tarde o temprano les impondrán el orden.