Cuatro jovencitos, entre los 15 y los 25 años desaparecieron la semana pasada en hechos aparentemente aislados pero que reflejan una práctica malvada que afecta a miles de personas.

Tan solo en diciembre pasado, la Fiscalía General de la República revelaba una cifra de desaparecidos que claramente supera a los homicidios que reporta la Policía Nacional Civil. Las últimas estadísticas fiscales de estos casos, reportaban que entre el 1 de enero y el 7 de diciembre de 2018, la Fiscalía tenía el registro de 3,382 personas desaparecidas y la PNC dijo que en todo el año habían ocurrido 3,151 muertes violentas en todo el país. De manera que la dimensión de los casos de desaparecidos es alarmante.

Alarmante es también la forma cómo reaccionan las autoridades, con poca diligencia y con una pasividad que insulta a las familias dolidas por estos hechos y aunque en diciembre se aprobó un nuevo “protocolo” de atención en desapariciones, lo que estos últimos cuatro casos está demostrando es que esas nuevas instrucciones no están llegando a las delegaciones policiales.

La insistencia de la corporación policial de minimizar las estadísticas de desaparecidos es también preocupante. La Policía Nacional Civil ha mantenido la opinión que no tienen estadísticas de desaparecidos porque cuando las personas son encontradas, no son depuradas del registro. Pero la PNC debe concentrarse en las personas que no aparecen y no en las encontradas.

Lamentablemente estamos acostumbrados a que si un familiar o un amigo desaparece, esperamos lo peor. Pero en estos cuatro casos y en los miles más que se denuncian, esperamos que las autoridades no solo investiguen adecuadamente, sino también que los jóvenes aparezcan sanos y salvos y logren salir adelante de la pesadilla que les ha tocado vivir.