El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, desató en los últimos días una polvareda diplomática al exigirle a los reyes de España y a la Iglesia Católica, que pidan perdón por los abusos cometidos durante la conquista de su país.

Pareciera que López Obrador cayó en esa costumbre populista de culpar al pasado de los males presentes y distraer la atención de la situación actual. ¿Es válido estar buscando culpas del pasado? Pues para ciertos historiadores y políticos lo es, pero la misma historia puede rebotar en la cara.

Si nos ponemos a buscar las interminables culpas de unos y otros desde tiempos de la conquista, los salvadoreños podríamos incluir en la lista a las sucesivas invasiones de soldados mexicanos a nuestro territorio en el siglo XIX, pero ¿valdrá la pena desempolvar esas referencias históricas en medio de la problemática de hoy y las buenas relaciones entre ambos países? Evidentemente no.

Los pueblos tienen que buscar la verdad de su pasado y aprenderla para que no se repitan los errores, pero todo con la mirada puesta en el futuro, en construir, no en despotricar contra el pasado. En Europa, Alemania y Francia son grandes ejemplos de dos antiguos rivales que superaron su pasado y ahora son socios para su futuro. México y Latinoamérica deberían aprender de esos ejemplos.