El Salvador ha sufrido seis picos de incrementos acelerados de deuda en los últimos 36 años, señaló un informe publicado este jueves por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que insta a los países de la región a emprender ajustes fiscales a pesar del terreno peligroso por los aumentos de tasas de interés y menor crecimiento.

Titulado “Lidiar con la deuda”, el informe se elaboró durante dos años y recoge datos históricos de los países de América Latina y el Caribe. Uno de sus capítulos examina las “olas de la deuda pública” sufridas entre 1985 y 2021.

Un episodio de deuda pública comienza con un incremento acelerado de los compromisos durante cinco años (de unos 17 puntos porcentuales), pero el sexto año termina con una disminución. América Latina y el Caribe sufrió varias crisis de este tipo: en 1985, en 2002, 2009 y 2020.

El banco atribuye estas crisis a factores asociados con el pago de intereses, la depreciación del tipo de cambio y los déficits primarios.

En el caso de la economía salvadoreña, señaló el documento, se sufrieron seis olas de deuda con una variación promedio de 34 %.

Por encima del país está Brasil con 12 episodios, Barbados con 11, Paraguay con ocho, Ecuador con siete y Surname con seis.

La deuda en cifras inéditas.

El informe destaca que la deuda total de América Latina y el Caribe aumentó de $3 billones en 2008 a $5.8 billones en 2020, con una representación del 117 % del Producto Interno Bruto (PIB) regional.

Estos compromisos se dispararon durante la pandemia, cuando los gobiernos lanzaron programas de alivio fiscal y las empresas emitieron cantidades sustanciales para sobrevivir a la crisis.

“La deuda no es mala”, aseguró Ilan Goldfajn, presidente del BID, durante la presentación del informe, transmitida en las redes sociales de la institución. Estos recursos los pueden usar los gobiernos para “hacer bien”, el problema es, advirtió el banquero, cuando se usan de manera imprudente y se vuelven una carga para las economías.

“La deuda sostenible y bien administrada puede ayudar a liberar el abundante potencial de crecimiento de América Latina y el Caribe”, agregó Eric Parrado, economista jefe del BID.

En su revisión, el BID advirtió que una alta carga de deuda le pasa factura a la dinámica económica, sobre todo en los países menos desarrollados y con matrices productivas menos diversificadas. Los gobiernos se ven obligados a destinar más recursos al pago del servicio de la deuda que proveer bienes y servicios para su población, al tiempo que es un desincentivo para la inversión privada, alertó.

Bancos, los principales financistas.

Incluso antes de la pandemia, las empresas de la región definían el acceso al financiamiento como una de las grandes limitaciones, pero la crisis originada por el covid-19 empujó a que más compañías recurrieron a créditos bancarios.

Su participación en la economía de América Latina tiene más preponderancia que en otras regiones, al menos el 25 % de las firmas declara que son su principal fuente de financiamiento frente a un 14 % en Asia y un 10 % en África.

La región también depende más de los bancos para conseguir capital de trabajo, en hasta un 16 %. En el caso de El Salvador, esta dependencia es del 13.40 % y está relacionada con la salud del sistema bancario interno.

“Es probable que los shocks del sistema financiero también afecten a las empresas”, advirtió el banco, al tiempo que sugirió reducir los costos de intermediación y ampliar la liquidez de los bancos para aumentar el acceso al crédito.

El dato

La deuda pública del SPNF llegó a $24,102.7 millones a noviembre de 2022, equivalente al 75.8 % del PIB. Menor al 85.8 % de 2020, pero el saldo subió $2,450 millones.