El ascenso de Alfa Karina Valle Arrué al monte Everest es la coronación de los sueños de una mujer profesional, luchadora, madre y atleta que ha ido venciendo todas las adversidades y desafíos que ha enfrentado en su vida personal y deportiva.

Alfa Karina es madre de tres hijos y es una preocupación para ella su legado y su ejemplo en lograr sus sueños, sus metas. Lograr esta hazaña no es solo un triunfo deportivo sino un enorme logro como ser humano y su ejemplo se extiende a toda la sociedad salvadoreña, especialmente a las mujeres.

Su amor por el deporte y su tenacidad la llevó a escalar las cumbres de todo el continente y para alcanzar sus metas llegó al extremo de hipotecar su casa para financiar su primer intento de subir el Everest y aunque falló en esa ocasión, no se dio por vencida, se levantó y valientemente siguió adelante con su meta de ser la primera salvadoreña en alcanzar la cumbre más alta del mundo.

Sin duda Alfa Karina es motivo de orgullo para su familia y para todos los salvadoreños, una mujer modelo para las actuales y futuras generaciones, en una sociedad en que muchas veces no se valora el aporte de las mujeres y las dificultades adicionales que viven en nuestra sociedad.

Alfa Karina logró una preparación física y mental admirable con muchos sacrificios y perseverancia. Ahora recibirá merecidos homenajes y su figura debería ser un motor de la unidad de los salvadoreños. Hay que saber apreciar esta hazaña, porque nos demuestra que no hay que darse por vencido y que hay que esforzarse en cada paso de la vida para lograr las aspiraciones que tenemos.