Se suele decir que cuando a la economía estadounidense le da un resfriado, a países como El Salvador nos da neumonía. La analogía muestra cómo nuestra dependencia económica del vecino del Norte es tan fuerte que sus crisis o repuntes económicos impactan en la economía local.

La advertencia del Deutsche Bank de que se avecina una gran recesión en Estados Unidos es para preocuparse. Una recesión es un decrecimiento de la actividad económica durante un periodo de tiempo. Generalmente se considera que existe recesión cuando la tasa de variación del PIB es negativa durante dos trimestres consecutivos. Eso ya lo vivimos tras la crisis de 2008 y también durante la pandemia.

Y aunque El Salvador tuvo un excelente repunte en 2021, está claro que la situación mundial con la invasión rusa de Ucrania, la crisis de contenedores y el alza de los carburantes, frenarán el impulso. Los organismos financieros internacionales más reconocidos ya recortaron la previsión económica de El Salvador. Ayer, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) se sumó a los recortes en la previsión de crecimiento debido a la presión inflacionaria y la volatilidad de los precios.

Volviendo a Estados Unidos, lo grave es que Deutsche Bank señala que el factor más importante detrás de su visión más negativa es la probabilidad de que la inflación se mantenga “persistentemente elevada durante más tiempo de lo previsto” y eso no es bueno para la economía salvadoreña tampoco. De manera que no hemos salido de las vacas flacas y con la situación global tan compleja, sin duda vendrán más sinsabores en la economía.