La Fundación Pablo Tesak logró llevar educación integral a cientos de miles de niños y jóvenes, según su fundadora, Ildiko Tesak. / Gabriela Villarroel


Entre los árboles frutales que adornan la Carretera de Oro, vía que recorre algunos de los municipios más afectados por la violencia en San Salvador, hay un punto de encuentro para niños y jóvenes: el Centro Cultural Pablo Tesak. Allí, hace más de una década, dos extranjeros se plantearon llevar educación para ellos por medio del arte.

Pablo Tesak, un industrial y filántropo de origen checo, llegó a El Salvador en 1951. Desde el frente empresarial dedicó más de la mitad de su vida y labor social a la educación en su país adoptivo, hasta su muerte en 2008, asegura su esposa Ildiko Tesak.

Con su llegada a El Salvador en 1970, Ildiko afirma que para retribuir al que ha sido su hogar por más de 49 años, buscó mantener con vida el legado de su esposo a través de la Fundación para la Educación Experiencial Pablo Tesak.

“La fundación nació como una iniciativa para apoyar a los hijos de los trabajadores de la empresa Diana, y se extendió lo suficiente para llevar educación creativa a los niños más pobres del sector” que muchas veces son alejados del arte y las actividades culturales por cosas más pragmáticas, como la supervivencia en un entorno hostil, aseguró.

El hemisferio derecho del cerebro humano que se especializa en las sensaciones, sentimientos y habilidades como la música y el arte; también es la encargada de la comprensión lectora y la comunicación no verbal. Esta es la premisa científica que dio origen a la metodología experiencial, utilizada por la fundación para el aprendizaje de los niños, sostiene doña Ildilko.

Los municipios de Soyapango, Ciudad Delgado, Apopa y Cuscatancingo fueron los primeros objetivos, y a más de diez años de comenzar su apuesta, han logrado llegar miles de niños provenientes de 25 centros escolares. Al visitar la fundación, ubicada en el cantón Cabañas, de Ciudad Delgado, pueden experimentar con el dibujo, la pintura, la música, la escritura y hasta la arqueología.

La Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI), reconocerá esta contribución social con el premio ASI Benefactor 2019, el mayor galardón que otorga la industria a las iniciativas de empresas y organizaciones que logran un alto impacto en la vida de los salvadoreños.

El mayor esfuerzo de la fundación es la promoción de métodos y educación en el Centro Salvadoreño para la Educación Experiencial, que se extiende en un terreno de más de tres manzanas, y abarca el Teatro Yulkuikat, donde se desarrolla la expresión de los estudiantes y sus familias; y el parque Eco-Ventura, un circuito con 56 obstáculos para incentivar la actividad física y el trabajo en equipo.

Además, la fundación trabaja con el Centro de Interpretación, una muestra permanente de piezas arqueológicas que Pablo Tesak custodió para su amigo personal, el profesor Stanley Boggs, conocido como el padre de la arqueología salvadoreña.

Con el financiamiento de Tesak, Boggs logró investigar más de 1,100 piezas. La mayoría de éstas fueron hurtadas; sin embargo, una parte se conserva en la fundación para alimentar el patrimonio cultural del país.