Es importante reflexionar sobre el impacto que tienen algunas decisiones legislativas que por corregir un problema generan otro y es que no todo puede solucionarse por medio de leyes, menos cuando la conducta generalizada es no respetar la ley, menos cumplirla. El caso en reflexión lo generan algunas propuestas de reforma como la de la ley de lavado de dinero y la ley de comercio electrónico que en lugar de ayudar se perfilan como una traba enorme para el desarrollo empresarial y comercial.

Si bien es cierto que necesitamos controles al lavado de dinero y activos, lo que las leyes han hecho es aumentar la burocracia y el costo real del dinero, porque cada control que se traduce en firmas, sellos, papeles, reportes, etc. es tiempo que tiene un costo y es tiempo que limita el mover del dinero, por tanto costo. En El Salvador el sistema bancario es fuerte pero trate usted de hacer envíos de dinero al exterior y comenzará un calvario particular, son tantos los requisitos, revisiones, explicaciones, etc. que se hace casi imposible, recuerde que cada $10 mil que se movilizan en cuentas de banco generan un reporte de operaciones sospechosas que hay que justificar, clarificar, verificar, esto hace que la repatriación de capitales o la salida de divisas sea compleja y por ende limitante para los inversionistas que quieren inversiones seguras pero de fácil operación, porque esas inversiones mueven dinero en todo el mundo y no pueden darse el lujo de perder tiempo en cambiar un cheque esperando compensaciones de hasta 90 días para un cheque extranjero o las muchas horas en un escritorio bancario para mover cantidades hacia el exterior.

Las leyes sobre lavado de dinero son necesarias y deben ser estrictas pero al mismo tiempo deben considerar el uso de la tecnología como el mejor disuasivo, no existe manera de lavar, esconder o perpetrar contra los sistemas digitales que registran cada movimiento y no hay mejor manera de evidenciar los procesos. Recordemos que es con la ley de lavado activa, que bolsas negras de basura pero con millones salieron del Banco Hipotecario y probablemente sin registro de nada o sin los sellos y firmas solicitadas, igualmente los fondos que se movieron por medio de la banca para el partido Arena vulneraron los controles de firma y sello en las gerencias; pero los sistemas tienen la información, por tanto no es de cargarnos de legalidad y procesos, sino de simplificar y digitalizar, obligar al comercio electrónico, sin dinero en efectivo o minimizándolo, todo en digital para mejorar el control y el ordenamiento del sistema; se trata de permitir que fluyan los capitales y poder interceptar o visualizar los movimientos en tiempo real, eso es mejor que miles de firmas y papeles, sellos y decisiones que puedan tomar personas, porque las personas se equivocan o se corrompen.

La otra ley que se está estudiando es la ley de comercio electrónico, que busca en buena lid proteger al ciudadano de abusos on line, pero debe tenerse claro lo complejo que es este comercio y que en El Salvador apenas es incipiente; pero si queremos controlarlo todo terminará por ahogarlo. El comercio electrónico debe en la ley promover y verificar que se use el dinero electrónico, reconocer su uso, promover las pasarelas de pago vía tarjeta de crédito y débito, darle vida a nueva forma de validaciones contractuales, conocer lo que en el mundo se está aplicando para que funcione. Mi mayor preocupación es que se habla de leyes para proteger cosas que ya tienen otras leyes como la del Consumidor, o el Código de Comercio, por lo que poner leyes sobre leyes es más burocracia y limitación para desarrollar los nuevos negocios, que son menos presenciales, con entregas a domicilio por medio de intermediarios, son negocios que no tienen oficinas ni empleados, no dan el crédito fiscal de cuatro copias, que están operando aquí pero el dinero se recolecta en cuentas fuera del país, etc.. Es un tema amplio y estamos muy lejos de que nosotros desde El Salvador podamos no solo influenciarlo sino modificarlo, menos para complacer el capricho de algunos políticos que no saben cómo comprar en Amazon o pagar sus recibos de forma automática.

Debemos sin duda adentrarnos a estas nuevas formas de la realidad, pero hagámoslo sin perder de vista que el costo del dinero es importante y hay que mantenerlo lo más bajo posible y lo más fácilmente recuperable.