Los resultados en Estados Unidos ya están claros y Joe Biden se encamina a ser el próximo presidente de la mayor potencia mundial a partir del 20 de enero próximo. Pero las elecciones dejaron la huella profunda de un país dividido y polarizado.

Donald Trump aún se niega a aceptar los resultados y probablemente su batalla legal para intentar revertir lo irreversible tomará aún algunas semanas, sin mayor resultado que sus berrinches.

Con el triunfo de Biden, los estadounidenses han hecho una importante corrección en su rumbo y es de suponer que la victoria del demócrata representará un giro para rescatar su nación de un líder deplorable, racista, misógino, deshonesto, que causó una profunda división y deja un país fracturado.

La forma cómo se refirió a los latinos desde su campaña electoral de 2016 y las vulgares y dolorosas expresiones hacia países como El Salvador, serán una dolorosa anécdota en la relación bilateral con nuestro poderoso aliado.

La forma cómo Trump atacó a nuestros migrantes fue intensa y dolorosa. Canceló el TPS y dejó en el limbo a casi 300 mil salvadoreños y sus hijos nacidos en Estados Unidos. Además, deportó a miles de salvadoreños más, separando familias, separando niños de sus padres sin piedad.

Biden ha ofrecido legalizar a los 11 millones de indocumentados, incluyendo a los salvadoreños beneficiados por el TPS, pero habrá que ver qué sucede con las complejidades del sistema legislativo estadounidense.

Lo que sí podemos esperar de Biden es un gobierno que trate al país con respeto y dignidad, que ayude a cuidar nuestro sistema democrático y sea un socio confiable.