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No hace ver las cuotas de las casas de apuestas para adivinar que Francia es la gran favorita a quedarse con el título ante Croacia. Da la sensación de ser invulnerable en el fondo, fuerte en el juego aéreo, el portero Hugo Lloris ha mostrado una madurez que no se le conocía, tiene a Antoine Griezmann, a Paul Pogba, a Kylian Mbappe… y hasta se da el lujo de tener un centrodelantero como Olivier Giroud que no hace goles.


El equipo de Didier Deschamps luce más compacto, más fresco, no tiene jugadores en la enfermería… Está, digamos, en el paraíso, sobre todo si se le compara con su rival, que acumula tres tiempos extra, tiene jugadores al límite del agotamiento y otros que probablemente no se recuperen para la final. Todo parece alineado para que Francia salga campeón y repita el título de 1998, cuando fue anfitrión.


El punto a favor de Croacia es justamente esto, que aparentemente no tiene nada a favor. Lo que por un lado es una clara desventaja también podría ser su mejor aliado. Los balcánicos no tienen nada que perder… Ya han llegado más lejos que nunca en toda su historia, por lo tanto jugarán sin presión. Además, tienen jugadores con mucho rodaje y experiencia como Modric, Mandzukic, Rakitic y Subasic, cuatro que ya pasaron los 30 años.


Francia, en cambio, no tiene permitido perder. Ya viene de hacer el ridículo en la final de la Euro 2016, donde con todo a favor, incluso con Cristiano Ronaldo lesionado y obligado a salir a los pocos minutos del inicio, no pudo ganarle a Portugal. Era local, era favorito, tenía mejor equipo, al rival le faltaba su estrella… Y sin embargo, se los comió la presión y acabaron perdiendo en lo que fue una de las grandes decepciones de la historia del fútbol galo.


Hoy Francia tiene todo a favor para sumar su segunda estrella. En su camino está Croacia, un rival incómodo, aguerrido y que busca entrar el exclusivo club de los campeones del mundo.