Las recientes declaraciones de Rafael Bustillo, militar en condición de retiro, exjefe de la Fuerza Aérea durante la década de 1980, remiten a variados asuntos, si es que se tiene en mente comprender ese capítulo intrincado de nuestra historia contemporánea.

El hecho incontrovertible que aconteció a finales de diciembre de 1981, en el área de El Mozote y sus alrededores, es una nota cruel pero crucial para establecer las coordenadas de la guerra. Y es que solo una mentalidad trasnochada a estas alturas podría plantearse la insensata tarea de minimizar e incluso negar los hechos en El Mozote.

Ahora ya está claro, y en proceso judicial, que el Batallón de Reacción Inmediata ‘Atlacatl’ fue el cuerpo militar responsable de esa macabra acción de aniquilamiento de niños, mujeres y ancianos.

Desde que ocurrió, y fue denunciado de inmediato el hecho, se supo que las personas asesinadas rondaban el millar. Este dato, de por sí, muestra el carácter y el alcance de las acciones punitivas del Estado, que estaba siendo desafiado en ese momento por un complejo agrupamiento político y militar, que recién en enero de 1981 había iniciado su proceso de consolidación territorial con el despliegue de su ofensiva general.

También en ese tiempo fue conocido que esa operación de aniquilamiento se realizó en ‘seco’, es decir, que no fue producto o subproducto de combates inmediatos con las fuerzas guerrilleras, que al norte del río Torola, en Morazán, contaban con una diversidad de campamentos y de disposición de tropas (pero también de población no combatiente que constituía parte de su base social).

Pues bien, las personas que fueron masacradas en El Mozote no eran parte de la fuerza guerrillera ni tampoco constituían parte de la base social.

El militar en condición de retiro, Rafael Bustillo, ha sugerido en su declaración ante el juez, que esa fue una operación en la que la Fuerza Aérea no participó (en centenares de otras operaciones, sobre todo de choque con las fuerzas militares guerrilleras, la Fuerza Aérea sí participó), pero Bustillo dice que, en esa de El Mozote, no. Y ha añadido: la tropa llegó en camiones.

Esos soldados, entonces, no fueron a combatir con la tropa guerrillera, sino que fueron a masacrar a los habitantes de El Mozote y sus alrededores.

¿Y quién dirigió y dio las órdenes principales de ese operativo llamado ‘Rescate’? Eso ya es conocido: Domingo Monterrosa.

Lo curioso de esto que ha dicho Bustillo es que pareciera que el jefe del Batallón de Reacción Inmediata ‘Atlacatl’, Monterrosa, habría actuado por la libre, pasando por encima del Estado Mayor Conjunto y sobre todo, de la Junta de Gobierno que fungía como comandante general de la Fuerza Armada, pero habiendo facultado a uno de sus integrantes, un militar que formaba parte de esa junta, para la coordinación efectiva de la Fuerza Armada.

¿Esto se dio así o se trata de una mentira edulcorada apelando a personajes muertos que no podrán declarar?

¿Es que los integrantes de la Junta de Gobierno no fueron enterados de semejante suceso? ¿Y Jaime Abdul Gutiérrez, el militar de la junta encargado de la Fuerza Armada no supo de lo de El Mozote antes de su ejecución? ¿José Napoleón Duarte, el indiscutido principal dirigente del Partido Demócrata Cristiano (PDC), sagaz político artífice del pacto entre la Fuerza Armada y el PDC a inicios de 1980, no se dio cuenta de este hecho? ¿Y el Estado Mayor Conjunto no autorizó la operación? ¿Y los asesores militares norteamericanos no supieron nada?

Parece increíble que un militar como Monterrosa, en la tercera fila de la conducción de la guerra, tuviera tal nivel de discrecionalidad.

Un análisis de la situación militar de la guerra en El Salvador indicaba que las fuerzas guerrilleras, articuladas en la alianza estratégica llamada Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), habían salido de su repliegue táctico después del empeño más o menos frustrado de la ofensiva general del 10 de enero de 1981. La campaña militar de julio de 1981 y las acciones militares del FMLN de finales de ese año sugerían que de nuevo estaba en una posición ofensiva. Es ese el marco en el que se da la acción punitiva de El Mozote y sus alrededores.

La guerra se había generalizado y en el campo gubernamental la cuestión militar se encontraba más o menos indefinida. Las desavenencias entre los jefes militares y los asesores militares norteamericanos eran evidentes, según reportes de la época.

Lo cierto es que la masacre en El Mozote formó parte de un planteamiento, heredero de las prácticas norteamericanas en la guerra de Vietnam, y cuya pretensión era quitarle el agua al pez.