Recuerdo muy bien que mi padre me subrayó algunos consejos importantes para mi vida, aplicables a temas como la política, el deporte y la religión: nunca fanatizarme, respetar como piensan los demás y jamás recurrir a los insultos ni a los peyorativos contra aquellos que no pensaran como yo. En sociedades tan polarizadas como las nuestras, esas enseñanzas deberían ser tema de conversación en las mesas de todas las familias. Y yo agregaría: no alegrarse del mal ajeno.
Yo no confío ciegamente en esos pactos de buenas intenciones que ya sabemos que dependen de que uno los incumpla, para que el resto de partidos lo incumplan también, pero es importante subrayar como ciudadanos el respeto a los demás, el respeto a las ideas, las preferencias, los colores y las decisiones de los demás a la hora de votar, por muy equivocados que creamos que el otro esté.
Dicho por el gran Benito Juárez: “el respeto al derecho ajeno es la paz”.