Exportadores advierten que la medida genera sobrecostos al sector y pérdidas. No solo dejan de exportar a Costa Rica, sino que se rompe el comercio con Panamá. / DEM


Las largas filas de medios de transporte varados es una imagen muy parecida a las vistas hace un año cuando el sistema de la Declaración Única Centroamericana (Duca) colapsó los puntos fronterizos de la región. Pero, esta vez, es solo para ingresar o salir de Costa Rica, país que aplica medidas sanitarias que mantienen preocupado al sector exportador salvadoreño y eleva el riesgo de una ruptura en el abastecimiento al mercado nacional.

Luego de que 50 transportistas dieran positivo a COVID-19, Costa Rica endureció las medidas sanitarias para el ingreso y salida de medios de transporte de carga internacional. Hasta este jueves, más de 1,000 unidades estaban varadas en las fronteras con una fila de 12 kilómetros del lado costarricense y de 25 kilómetros del costado en Nicaragua.

La disposición está en vigencia desde esta semana e implica que los camioneros rumbo a Panamá deben ser escoltados por una caravana de policías hasta la aduana fronteriza, mientras que los medios con destino final al mercado tico tienen que dejar el contenedor en la frontera para que un transportista local lo traslade a su comprador.

El problema de estos lineamientos es que los medios de transporte con destino final Costa Rica no solo van a dejar carga, aseguró Silvia Cuéllar, directora ejecutiva de la Corporación de Exportadores de El Salvador (Coexport). Hay empresas salvadoreñas que aprovechan el viaje para también traer mercadería para no elevar el costo del flete (precio del transporte internacional).

Coexport estima que hay $60 millones en exportaciones sin poder enviar. “Si me mantiene la restricción se va a retrasar el ciclo (...) hasta que se destrampe, nosotros estamos perdiendo diariamente no solo a Costa Rica sino a Panamá”, dijo.

Costa Rica es proveedor de insumos para la industria farmacéutica y metales, además envía al mercado salvadoreño alimentos como piñas, sardinas, arroz, bebidas, pastas y preparaciones para lavar. En cambio, El Salvador mueve en su mayoría papel higiénico, toallitas para desmaquillar, servilletas o cajas de cartón.

Cuéllar aseguró que, de momento, no se puede hablar de desabastecimiento hacia el mercado nacional, pero hay “un riesgo bastante fuerte de que lo haya”. Si “esta situación no se solventa a la mayor brevedad lo que va a pasar es que las empresas van a decidir enviar por vía barco” y significa un costo más elevado que el transporte terrestre, que luego se traslada al consumidor final.

 

Piden intervención de presidentes

El descontento con las decisiones del Gobierno costarricense es general en el resto de Centroamérica. El martes, en un comunicado, la Federación de Cámaras y Asociaciones de Exportadores de Centroamérica y el Caribe (Fecaexca) manifestaba su preocupación y advertía de limitaciones al mercado intrarregional.

“¿Realmente aquí la integración centroamericana dónde está?”, cuestionó Cuéllar al recordar que incluso cuando se presentaron las fallas de la DUCA en abril de 2019 hubo “un trabajo regional”. “Aquí fue una decisión tomada por un gobierno que rompe todo. No me recuerdo haberlo visto antes, de romper así el tema de la integración, es obstaculizar el comercio”, agregó.

Las autoridades de aduanas y de comercio se mantienen vigilantes de la situación, aseguró Coexport, pero el sector urge elevar a nivel de los presidentes porque es “de la región” al tener “relevancia y efecto en todos los países”.

Las nuevas restricciones golpean más al sector exportador que residente una caída en el comercio internacional por la pandemia del COVID-19. El Banco Central de Reserva (BCR) reporta que solo el envío de mercancía a Costa Rica entre enero y abril de 2020 alcanzó $86.07 millones y las importaciones fueron $102.26 millones.