El alertar a la población sobre aspectos de su salud es beneficioso y es válido en todo momento. La manera cómo conducen las personas sus medios de transporte y aun los de transporte colectivo son indicadores de que probablemente su salud no anda muy bien, pues podría indicar ansiedad, y los descuidos por la terquedad de usar el móvil, y otros comportamientos agresivos podrán contener rasgos depresivos.

Aquellos que además ingieren sustancias desde alcohol y otras, definitivamente aumentan el riesgo personal y exponen al resto de conductores a ser también víctimas en los accidentes de tránsito.

Me he enterado por una noticia de El Mundo, que la señora ministra de Salud anuncia para el próximo 2020, una encuesta investigativa para el campo de la salud mental; desde luego que es bienvenida esa decisión para afinar información sobre los problemas de salud mental en el campo psicosocial. Pero, señora ministra, en el país sobre problemas de drogas y alcohol ya hay suficientes estudios; obvio no los ha hecho el Ministerio de Salud, pero la Comisión Nacional Antidrogas, en coordinación con varias universidades, han realizado muchos estudios que dan un perfil científico de ese grave problema. Incluso, sé que ellos mismos, la CNA, en donde está representado Salud se aprobó hace algunos años un Plan Estratégico, y solo faltó en aquel momento el financiamiento.

Naciones Unidas, a través de la sección encargada de la prevención del consumo de drogas ha colaborado en capacitaciones específicas para tal fin; sin embargo, ha faltado la infraestructura en la Red de salud para implementarlo. Por tal motivo, he venido insistiendo, como técnico en el campo psiquiátrico y de salud pública, que la opción de disponer de los fondos necesarios para este propósito ha sido, que inclusive, por justicia, Fosalud, o desaparece y el Minsal fortalezca su presupuesto o redirecciona fondos para que el Minsal asuma esa responsabilidad, puesto que los fondos que maneja esa entidad, además de duplicar esfuerzos dentro del mismo ministerio, esos dineros provienen del pueblo de impuestos del alcohol, tabaco y armas.

Lo justo es que al menos una porción importante de lo recaudado se emplee en cuidar la salud mental de esas personas. El consumo excesivo de alcohol, la Organización Mundial de la Salud ya ha señalado que es una condición causante de múltiples patologías orgánicas y mentales emocionales, provocando en la familia salvadoreña grandes “estragos”.

En mi ejercicio privado de casi 50 años he visto en pacientes que consumen bebidas alcohólicas, cuya venta es libre, quizá demasiado libre, cuidan del consumo de adolescentes, es decir, les restringen sin mucho éxito la venta a ellos; pero he observado que cualquier bebedor que no tiene la capacidad de detenerse y de abstenerse, será en potencia un caso de alcoholismo.

La población debe saber que este problema tiene múltiples causas, a veces puede la gente creer que solo es psicológico, no, tiene origen hasta político, económico, y también causas químicas; en el campo de los neurotransmisores y los receptores, son condiciones en los que la voluntad no es suficiente para auto controlarse. Necesita apoyo de profesionales expertos en este campo, tanto para desintoxicarse como para proporcionársele un seguimiento para evitar recaídas. Todo esto falta en la Red de Salud.

El único centro con cierta capacidad de desintoxicar es el que existe en el Hospital Psiquiátrico Nacional, pero, yo he constatado que carece aún de muchos recursos para dar garantía a la población que atiende. Pero dada la magnitud de este problema del consumo nocivo, es necesario fortalecer el ya existente y crear el próximo 2020 por lo menos cinco centros más que tengan la capacidad de atender todas las fases de la rehabilitación de este gran problema mórbido nacional, y trasciende fronteras. La Organización Mundial de la Salud lo sabe muy bien.