El mundo de la política es altamente dinámico. La ocurrencia de eventos hace que un hecho que es noticia ahora, sea relevado en connotación por otro que ocurra al siguiente día. El portentoso avance de las comunicaciones nos ha convertido en una aldea globalizada en donde lo que ocurre hoy, en cualquier latitud del planeta, hoy mismo se conoce. En ese orden de ideas, dos hechos me llamaron la atención la semana pasada.

Primer hecho. El innegable repudio que la clase trabajadora manifestó al gobierno saliente en el “Día del Trabajo”. Las figuras más “relevantes” del partido oficial presentes en las marchas - divididas y separadas por cierto - fueron casualmente los aspirantes a ocupar la secretaría del vetusto FMLN. Uno fue el señor Ortiz, el mismísimo que aparece en redes sociales conduciendo un carrito de golf, en un hermoso campo verde donde se practica ese deporte, propio de gente acomodada, a la que ellos denominan “oligarquía. El otro fue el señor Valencia, el mismo que aparece dialogando con pandilleros, según una nota difundida por un prestigioso periódico digital.

Sánchez Cerén se coronó como lo que siempre fue: ausente, irrelevante e innecesario. Lo que no estuvo ausente fue la clarísima exigencia que el movimiento sindical hizo a Bukele: “Le exigimos al nuevo gobierno que no recicle funcionarios, porque la basura que está ahorita dirigiendo los nuevos ministerios no los queremos” expresaron dirigentes del Movimiento de Trabajadores de la Policía Nacional Civil. (DEM-02-MAYO-2019). A lo mejor se referían a Don Ramiro y a Don Sigfrido, a quienes este gobierno blindó de manera burda, torpe y descarada.

Como en estas cosas hay que ser objetivos, es necesario mencionar que en lo que concierne a la corporación policial, la ciudadanía observó (con asco y cólera) cómo los manifestantes - nuevamente - dañaron la propiedad privada. Llegaron al colmo de dejar – frente a las narices de la policía – una célebre frase: “Cerdo policía, una bala espera por ti”.

Una periodista de un medio televisivo, al ver el daño a la propiedad privada le pregunta a un agente de la PNC ¿Tienen derecho a manchar propiedad privada? La respuesta de un agente de la PNC no pudo estar más cargada de supina ignorancia y estupidez a la vez: “Es el derecho que ellos tienen. Es parte de los desórdenes que van haciendo. La denuncia la tienen que poner las personas afectadas” (Programa “El Noticiero”/ Canal 6 TV/ 01-MAYO-2019). Lo que me lleva a concluir: la ineptitud e incumplimiento de los deberes de los policías de abajo, es el fiel reflejo de la incompetencia de sus mediocres mandos superiores.

Segundo hecho. El anuncio del Presidente electo de su primer nombramiento oficial en el que la empresaria Alexandra Hill Tinoco fue designada como Canciller. Ella se autodefine como una “ciudadana comprometida con la transformación de El Salvador”. Su padre, Don Jaime Hill, inmortalizado en su autobiografía como “El Oligarca Rebelde”, ha presidido la Fundación Antidrogas de El Salvador (FUNDASALVA) acompañó al Presidente como Concejal, cuando Bukele era el alcalde insignia del ahora minimizado FMLN. Entiendo que es un hombre conciliador.

Pero el nombramiento de su hija es una señal importantísima para dos Halcones Republicanos de Washington: John Bolton, Consejero Nacional de Seguridad de Donald Trump y el futuro Embajador estadounidense, Coronel de Inteligencia Ronald Johnson. La tríada Hill-Bolton-Johnson es significativa en lo que concierne a la persecución de la narcoactividad y lavado de dinero. Estaría rubricando lo que un día dijo Alexander Haig: “En El Salvador trazaremos la línea”, refiriéndose al avance del socialismo a nivel continental.

Pero como dije al principio, el mundo de la política es altamente dinámico, resultando paradójico que alguien a quien se mencionó como compañera de fórmula de Tony Saca (que le sirvió en bandeja de plata la presidencia al nefasto Funes y &) sea, a partir del 1º. de junio, la nueva Canciller salvadoreña.