El tema es una zona minada, por las furias desatadas. Y vaya que estas furias son más terribles que de quien heredaron este calificativo, las Furias griegas, también llamadas Erinias; tres mujeres nacidas de la sangre de los testículos del dios Urano a quien Cronos, su hijo, le había cortado los testículos, y ésta cayó sobre la diosa Gea. Estas tres mujeres con rostro de perro y cabellos de serpiente que derramaban sangre de sus ojos, en vez de lágrimas, eran las encargadas de castigar a quienes habían cometidos crímenes espantosos y no habían recibido castigo durante su existencia, dioses, semidioses y mortales; las implacables guardianas del inframundo, a donde eran llevados los transgresores. Allí los torturaban “ad infinitum ad nauseaum”, e impedían que emergieran a la superficie.

Pues esas furias fueron las que se desataron contra JKRowling, la escritora inglesa creadora del ingenioso aprendiz de mago, Harry Potter. Confieso que nunca leí uno solo de esos libros. Compré el primero, y luego de leer algunas páginas, lo cerré y dejé sobre la mesa de noche de un hotel en Costa Rica. Sin embargo, la historia de esta mujer me simpatizó y captó mi admiración, al conocer cómo había iniciado el primero de la saga, en una cafetería de Edimburgo, y por sus críticos inicios personales y laborales.

Todo comienza con la tímida introducción de la llamada “ideología de género” en nuestras democracias, siempre luchando por la libertad y perfeccionamiento, desde que los griegos la inventaron y ejercieron en forma directa, votando a mano alzada. Claro, hay que tomar en cuenta que para los griegos de entonces solo eran ciudadanos los nacidos en Atenas, y solo los hombres; mujeres, extranjeros, siervos o esclavos gozaron de tales derechos universales. Hay que decir esto acá entre nosotros, no se les vaya a ocurrir a los Black lives Matter, LGBTQ, Femme o a la Ministra de Igualdad del gobierno español, Irene Montero, pareja del vicepresidente Pablo Iglesias (alias El coletas), proponer destruir la Victoria de Samotracia, la Venus de Milo o el busto de Pericles, por su modo de ver la vida 500 años a.C. ¡Ah!, no lo creen, pues miren que la Ministra firmó con su puño y letra una carta donde le sugiere, insta, al maestro Arturo Pérez-Reverte, de paso miembro de la Real Academia de la Lengua Española, los temas sobre los cuales debe escribir y el lenguaje a utilizar en sus libros.

Lo que le sucedió a la escritora Rowling es una expresión de esta realidad perversa, contraria a la razón. La escritora se atrevió a intervenir en un twiter de una organización “pluricultural”, que utilizó la frase “las personas que menstrúan”, para referirse a las mujeres, ante lo cual ella ripostó: “Estoy segura que solía haber una palabra para esas personas”…“Alguien que me ayude. ¿Mumberes? ¿Miperes? ¿Mumudes?”.

La respuesta inmediata fue más contundente que la que hubiere dado cualquiera de las Furias; le endilgaron todo tipo de epítetos: racista discriminadora, capitalista, contraria al orden universal, e instaron a sus seguidores a no adquirir sus libros. Hasta una librería situada en San Luis, Misuri, la Left Bank Books, decidió retirar todos los libros de Harry Potter, alegando que «Ya no nos sentimos cómodos dándole espacio en el estante mientras ella usa su amplia plataforma para burlarse de la humanidad de las mujeres trans».

Por mi parte, yo, como la señora Rowling, no me siento culpable de ser heterosexual. Hay que parar a estos nazis, porque en realidad lo que luchan es por cambiar los modos de vida de la cultura Occidental. No creo que les vaya mejor bajo un Putin, o bajo el Califato islámico.