Esto significa que en su tarea de legislar en favor del bien común, no se verán limitados por intereses sectoriales o de particulares que les aparten de tan importante misión.
Sin embargo, los últimos hechos conocidos demuestran lo contrario: el abuso en las contrataciones de personal, y la aprobación de leyes en beneficio de pocos, sumado al despilfarro en la compra de bienes y servicios, demuestran la preeminencia de intereses personales en el seno del Congreso.
Lo dramático es que todos los partidos políticos, sin distinción, aparecen involucrados en estas vetustas prácticas y de ahí que todos se justifican mutuamente. Durante las últimas décadas, los diputados han convertido al parlamento en la sede del clientelismo y el nepotismo, multiplicando plazas, haciendo imparables viajes al exterior y otras prácticas repudiadas por la población. El caso extremo es el de Sigfrido Reyes que ya vemos en los tribunales de justicia.
Esto tendrá consecuencias a un año de las elecciones legislativas y municipales, entonces, será muy tarde para afirmar que todo lo hecho se hizo en favor del pueblo entero.