Los precios de los bonos de El Salvador se desplomaron ayer en los mercados internacionales de una manera que no se había visto desde marzo del año pasado cuando inició la pandemia de coronavirus, como repercusión inmediata a los hechos ocurridos el fin de semana que llevaron a la destitución del fiscal general y de los magistrados de la Sala de lo Constitucional.

Toda acción política desgraciadamente siempre tiene incidencia en la economía de un país y en este caso, los bonos en dólares de El Salvador con vencimiento en 2025 cayeron un 5,9% a 97,81 centavos por dólar. El contexto de la negociación de El Salvador con el Fondo Monetario Internacional para asegurar una línea de crédito necesaria para ayudar a cubrir los déficits presupuestarios. Eso puede repercutir precisamente en la negociación con el Fondo.

El Salvador necesita un proceso de reestructuración de la deuda y necesita enviar señales de confianza a los inversores para que esto ocurra. De manera que hay que inyectarle estabilidad política, seguridad jurídica y certidumbre, algo que los mercados internacionales no están viendo en este momento. Una analista de Moody’s advertía ayer que “esta situación agrega riesgos crediticios adicionales dadas las presiones de liquidez que enfrenta el soberano”.

El Salvador necesita un clima de negocios donde los inversores nacionales y extranjeros encuentren seguridad jurídica, predictibilidad e incentivos para generar empleos, generar riqueza y pagar sus impuestos para que el Estado pueda tener los fondos para desarrollar sus proyectos. Hay que tener mucho cuidado en los mensajes hacia la empresa privada local e internacional, motores de la economía.