El incendio de un carro patrulla de la Policía Nacional Civil el miércoles en las afueras de Santa Tecla nos demuestra que los pandilleros delincuentes siguen empeñados en desafiar a las autoridades en su afán de imponer la ley y el orden.

Como sociedad tenemos que permanecer unidos ante este flagelo que nos ha afectado durante décadas y que solo hemos visto crecer. Nuestra gente vive como rehén de estas bandas delincuenciales que a menudo parecen intimidar hasta los propios policías y soldados; por eso es que tenemos que estar del lado del poder coercitivo del Estado para enfrentar esta situación.

Pasado el polarizante periodo electoral, los salvadoreños tenemos que ver cómo respaldamos las acciones del Gobierno para recuperar la seguridad y la armonía perdidas. Las pandillas no pueden seguir gobernando de facto nuestras colonias y comunidades.

El Estado necesita recursos, necesita estrategias y los ciudadanos necesitamos resultados que nos permitan vivir en paz y terminar la zozobra que las pandillas nos han impuesto. El clamor del presidente Bukele a los diputados debe ser escuchado con madurez por parte de la Asamblea y tener el objetivo común de acabar con este sufrimiento interminable de nuestra gente.