La mañana del viernes 29 de agosto de 1941 fue muy especial en la ciudad de San Salvador. Por un lado, el ejército rendía su homenaje anual al expresidente y general Gerardo Barrios Espinoza en recordatorio de su fusilamiento en 1865. Por otra parte, los integrantes del Movimiento Francia Libre se acercaron al aeropuerto internacional de Ilopango para recibir al enviado especial del general Charles De Gaulle para México, Centroamérica y el Caribe.

En la terminal aérea, al etnólogo Dr. Jacques Soustelle -nacido en Montpellier, el 3 de febrero de 1912- lo esperaba una comitiva encabezada por Emilio Detruit, el líder de la comunidad francesa residente en El Salvador.

A sus 29 años de edad, ese académico francés ya era reconocido por su tesis doctoral dedicada a la familia otomí-pame, redactada en México gracias a la invitación que les girara a él y a su esposa Georgette Fagot (1909-1999) el investigador francés Dr. Paul Rivet (1876-1988, quien también ya había sido conferencista invitado en el antiguo Paraninfo de la Universidad de El Salvador). Ese trabajo de investigación le tomó cinco años, entre 1932 y 1937.

Al regresar a Francia, en la segunda mitad de 1939, el matrimonio Soustelle-Fagot se vio envuelto en el estallido de la II Guerra Mundial, por lo que optaron por radicarse de nuevo en la capital mexicana a partir de diciembre de ese mismo año. El primer cargo no oficial del Dr. Soustelle fue el de encargado de misión de la Resistencia Francesa en suelo mexicano.

En febrero de 1940, el Dr. Soustelle asumió como encargado militar adjunto al servicio del Servicio General de Información, dirigido desde París por el escritor Jean Giraudoux (1862-1944).

Tras la derrota militar francesa, la toma de París por los nazis y la fundación del gobierno colaboracionista de Vichy, el Dr. Soustelle buscó entablar comunicación con el general Charles De Gaulle, exiliado en Londres. Una vez hubieron platicado en la capital de la Gran Bretaña, el académico regresó a la ciudad de México con el cargo de representante personal de De Gaulle ante las comunidades francesas y gobiernos que decidieran apoyar al Movimiento Francia Libre. Para esos fines, entre los veranos de 1940 y 1944 mantuvo en operaciones un Centro de Información de la Francia Libre en la calle Marsella de la colonia Juárez, en el distrito federal mexicano.

Como el Dr. Soustelle y su esposa, muchas personas de la comunidad académica francesa pasaron de sus actividades intelectuales de laboratorio, aula y gabinete a una activa participación política y militar en las filas de la Resistencia.

Cuando llegó a la capital salvadoreña, el Dr. Soustelle tenía poco más de dos meses de ser un apátrida, pues el gobierno colaboracionista de Vichy le había retirado la nacionalidad francesa el 16 de junio de 1941. Esa actitud cerró más las filas internacionales a favor de la Resistencia y el movimiento gaullista libertario. En San Salvador, diversos periódicos recibieron al ilustre visitante y lo entrevistaron, a la vez que tuvo oportunidad de ofrecer algunas conferencias públicas y de recibir el homenaje de las colonias francesa, inglesa, belga y libanesa.

Nacido en un hogar obrero y protestante, Soustelle fue becado a los 17 años de edad en la Escuela Normal Superior de la calle Ulm. Doctorado en Letras y diplomado en Etnología, fue profesor de Sociología en la Escuela de Altos Estudios y subdirector del Museo del Hombre (París), ministro de Información y de las Colonias (1945), secretario general del Reagrupamiento del Pueblo Francés (RPF, 1947-1951), gobernador general de Argelia (1955-1956, a cuya independencia se opuso con tesón), diputado (1958-1959) y ministro (1958-1960). Radicalizado en sus ideas políticas, tuvo relación con la Organización del Ejército Secreto (OAS).

Huido de las autoridades que lo acusaron de atentar contra la seguridad del Estado, usó el alias Jean-Albert Sénèque desde diciembre de 1961 hasta 1968, años en los que se dedicó a la filosofía y a la etnología en Bélgica, Italia y Austria. Amnistiado en 1968, fundó el movimiento Progreso y Libertad, con el que volvió a ser diputado en 1973. En 1978 abandonó su actividad política conservadora y en 1983 ingresó a la Academia Francesa.

Experto mundial en las culturas precolombinas mesoamericanas y activo pensador político, entre sus variadas obras publicó La vida cotidiana de los aztecas en vísperas de la conquista (1955), Aimée y el sufrimiento de Argelia (1956), La esperanza traicionada (1962), 28 años de gaullismo (1968), La larga marcha de Israel (1968), Los cuatro soles. Origen y ocaso de las culturas (1969), Los aztecas (1970), Carta abierta a las víctimas de la descolonización (1973), Arqueología y antropología (1976), El universo de los aztecas (1979, traducido al castellano en 1982) y Les Olmeques. La plus ancienne civilisation du Mexique (1979, traducido al castellano en 1984).

Falleció en su hogar en Nuilly-sur-Seine, al norponiente de París, en la noche del lunes 6 de agosto de 1990. Por mera casualidad, el calendario marcaba la festividad católica del Salvador del Mundo. Fue sepultado en el cementerio de San Martín, en Miridel, en una tumba en la que nueve años más tarde también sería inhumado el cuerpo de su viuda Georgette.

¿Qué implicaciones tuvo la visita del Dr. Soustelle a San Salvador, en 1941? Para empezar, los franceses libres comandados por Monsieur Detruit aportaron dinero y recursos para la resistencia activa y para los aparatos de propaganda gaullista activados desde la capital mexicana. En segundo lugar, intelectuales y diplomáticos centroamericanos como el poeta cojutepecano Raúl Contreras Díaz -entonces ministro extraordinario y enviado plenipotenciario de El Salvador ante el gobierno de Vichy- festejaron la fiesta de la independencia regional en un hotel de la capital colaboracionista, el 15 de septiembre de ese mismo año. Fue la manera en que se pudo hablar de libertad en una tierra ocupada y sometida.

En tercer lugar, varios jóvenes descendientes de los franceses residentes en diversas localidades salvadoreñas se enlistaron en los ejércitos aliados y se marcharon a pelear a los frentes de guerra. Así, algo de sangre salvadoreño-francesa circuló bajo los vítores del 26 de agosto de 1944, cuando un magno desfile por los Campos Elíseos marcó la liberación de París y el fin del régimen filonazi del general Pétain.



Como homenaje a la Francia Libre de De Gaulle, Soustelle y Detruit, la Alcaldía Municipal de San Salvador y el gobierno provisional del general Andrés Ignacio Menéndez decidieron que, a partir del 14 de septiembre de 1944, se bautizara como plaza 14 de julio a la antigua plaza del Reloj o de Camionetas, situada a escasos metros al nororiente del Mercado Central, ahora plaza 2 de abril o Hula-Hula. Para entonces, ese predio ya tenía una historia urbana de casi 150 años.

El 12 de diciembre de 1861, el general y mandatario Gerardo Barrios asistió al acto de bendición de la pequeña iglesia de Santa Lucía, construida con madera blanca en aquel predio capitalino. La primera misa cantada allí tuvo lugar al día siguiente.

En septiembre de 1863, durante la invasión guatemalteca para derrocar al general Gerardo Barrios, el templo resultó con algunos daños, cuando el coronel guatemalteco Castel estableció una pieza de artillería en el terraplén del templo, con el fin de atacar a la cercana pieza dirigida por el oficial francés Biscouby y por el capitán salvadoreño José María Osegueda, establecidos sobre un piso de madera cerca del techo de la Iglesia de Santo Domingo (hoy Catedral de San Salvador). En el intercambio de disparos, uno de ellos dio en la frente del capitán Osegueda y lo mató. Pocos días después, la ciudad fue tomada por las fuerzas invasoras, que impusieron en el solio presidencial al licenciado Francisco Dueñas, apoyado por el vecino mandatario y general Rafael Carrera Turcios. Reparado, el templo de Santa Lucía fue destruido por el llamado terremoto de San José (19 de marzo de 1873), para después ser consumido por un incendio, en 1897.

Tras eso, en su predio funcionaron sucesivamente la Plaza “Dr. Darío González” -llamada así en homenaje a las Palmas Académicas que el gobierno francés le otorgó a este hombre de ciencias originario de San Vicente, introductor de los rayos X en la región centroamericana-, la plaza-mercado de Santa Lucía –incendiada en 1905-, el Mercadito Meléndez o del Norte (que funcionó entre 1913 y 1928, propiedad de la familia Meléndez-Ramírez) y un punto de salida y llegada de autobuses, que contaba con una antiestética torre de descomunales bases, rematada con un reloj de cuatro carátulas, importado en febrero de 1929. La construcción de la torre fue financiada por la empresa mexicana de combustibles “El águila”. En aquel lugar, desde 1939 se solía colocar el campo de la feria agostina, con sus juegos mecánicos y sus diversas atracciones.

Desde la década de 1980, la plaza 14 de julio ya no es un espacio público. Su lugar fue ocupado por decenas de pequeños negocios de variada naturaleza. En la actualidad, es parte de la actividad comercial del centro de la capital salvadoreña.

En aquel sitio, ahora nada hace que sus clientes y visitantes recuerden que ese predio formó parte de la lucha francesa internacional contra el régimen nazi. Ahora que se acerca el 75 aniversario de su fundación, quizá las Embajadas de Francia y la Unión Europea, la Alianza Francesa, el Liceo Francés, la Alcaldía Municipal de San Salvador y otras instituciones puedan rendirle un homenaje conjunto a la Francia Libre y colocar alguna placa de recuerdo en esa plaza 14 de julio. Las historias francesa, salvadoreña y capitalina se los agradecerán.