Hasta hace unas semanas yo miraba con admiración a la inmensa mayoría de la gente. El uso generalizado de la mascarilla era un símbolo de disciplina consciente ante el coronavirus y de consideración hacia la salud personal y la del prójimo. Pero hace unos días que empecé a ver otra cosa. Gente sin mascarillas o con las mascarillas en la mano o simplemente mal puestas o usadas casi como corbata. Terrible.

Las consecuencias de esos descuidos ya empezaron a notarse con el aumento de contagios por coronavirus. Ya hay aglomeraciones importantes de gente, ya se ven compradores y vendedores en los mercados sin ninguna protección. Familias enteras en el centro que no portan mascarillas. ¿Entonces?

Hay que concientizarse, esto de la pandemia nos durará todo lo que queda del año y muy probablemente todo el año próximo. Una vacuna eficiente y segura, aunque podría estar lista a finales de este año, tardaría fácilmente medio año más en llegar a El Salvador y las autoridades ya nos han advertido que la prioridad serán las poblaciones vulnerables y el personal de primera línea. Entonces no nos hagamos ilusiones.

Evidentemente no podemos volver al confinamiento. Lo que sí hay que hacer es aprender es a convivir con el virus y enfrentar esta nueva realidad. La vida tiene que seguir ciertamente, pero eso no significa descuidarse porque definitivamente, con la mascarilla como corbata no hay protección posible ante el coronavirus.