En la era del distanciamiento social, poco a poco se está retomando la actividad cotidiana de los negocios, vamos navegando la pandemia, con la claridad que muchas cosas no volverán a ser lo que eran. Nueva normalidad es una expresión que describe las condiciones diferentes en que se realiza la producción, distribución y consumo de los bienes y servicios que satisfacen las necesidades de los salvadoreños.

Transportarse de la casa al lugar de trabajo, es un servicio de primera necesidad, no satisfecho, el 70% por ciento de la población utiliza el transporte público y el sistema de buses y microbuses funciona irregularmente. El problema del transporte colectivo no es nuevo, ni se va a resolver en el corto plazo. De los los resultados de la negociación entre el gobierno y los empresarios del transporte depende que más buses se pongan en circulación. Ojalá por el bien del país, resuelvan esta situación que afecta a los trabajadores. Pensar en nacionalizar o municipalizar el transporte público es una quimera, ni el Órgano Ejecutivo, ni las alcaldías tienen la capacidad institucional y financiera para asumir este servicio tan necesario.

En medio de la crisis sanitaria, muchos sectores se están adaptando a la “nueva normalidad”, y no han dejado que el virus los derrumbe. Como en todo, comienzan a verse con nitidez, empresas ganadoras y perdedoras, unas salen más fortalecidas y la mayoría más debilitadas. Las empresas que pudieron optar por el comercio electrónico, el “delivery” o entrega a domicilio de alimentos, productos para el hogar o de limpieza, droguerías, farmacias, supermercados son ganadores, hoteles, turismo, aviación, los medios de comunicación impresos, los cines, el deporte, conciertos en estadios y los restaurantes son perdedores.

Amplios sectores sociales están afectados, miles de personas han perdido el empleo, otros profesionales laboran desde la casa. Con el teletrabajo las empresas van a reducir sus gastos fijos, al transferir el costo de la tecnología a sus empleados; la computadora, el pago al proveedor de internet y el aumento en el consumo de energía eléctrica hoy los paga el que trabaja desde su casa. Pero: el teletrabajo tiene un tope, no todas las actividades económicas en el país tienen el potencial para hacer trabajo desde el hogar.

La recuperación económica será gradual, no va a ser cuestión rápida, a lo mejor la economía se podrá estabilizar en los próximos 8 meses y esto en el escenario más optimista. La verdadera realidad es que es una cuestión que puede tomar años. No es realista pensar que los sectores de la economía puedan recuperarse a final de año con una actividad similar a la anterior a la pandemia. el país no alcanzaría los mismos niveles precrisis sino hasta el mediano plazo.

Además otro aspecto que puede hacer lenta la recuperación económica es lo político electoral, el panorama para atraer inversión ya es complicado por factores sanitarios, de endeudamiento público y lo va agravar la campaña. El ambiente es tóxico por la confrontación entre los Órganos de Gobierno y nada parece indicar que los enfrentamientos políticos terminen. La incertidumbre es lo único seguro.

Un fantasma recorre el país: la clara y presente amenaza de un rebrote, de una segunda ola de contagios. Todo parece indicar que en la nueva realidad el ritmo de contagios aumentara entre los jóvenes, que en la búsqueda de una mayor sociabilidad, actúan con irresponsabilidad. Demasiadas personas menores de 30 años, se saltan las medidas de prevención y esto, puede tener consecuencias muy delicadas.

En realidad, no hay modo de predecir exactamente lo que sucederá en el futuro inmediato. Nos estamos enfrentando a una nueva realidad, en la que se deberá pasar por una etapa de adaptación.

¿Una cura para el coronavirus? Es una pregunta para la que todavía es muy temprano para tener una respuesta. Para el caso la producción de la vacuna contra las paperas en 1967 demoró casi cuatro años, y fue considerado un récord de velocidad. Se están investigando más de 250 terapias y 100 vacunas para tratar la COVID-19, pero cuando se logre tener, se necesitará construir muchas fábricas para producir cientos de millones de dosis. Si tenemos suerte y se hace con prontitud, tal vez se tenga una vacuna en uno o dos años.

El Salvador, en esta crisis, solo puede salir adelante con la participación activa de todos. Ojalá la realidad nos lleve a entender que sin un pacto por El Salvador la solución a los graves problemas nacionales se vuelve más difícil.