A tan solo 18 semanas de las elecciones del 28F debemos reflexionar sobre la complejidad del proceso por las nuevas condiciones del país. Para el TSE será titánica la tarea de ejecutar un riguroso protocolo de bioseguridad, adecuar la infraestructura de Centros de Votación, asegurar la logística a más de 8500 JRV; una red nacional de transporte y comunicaciones, garantizar capacitación -principalmente virtual- a una compleja organización cercana a doscientas mil personas entre JED, JEM, JRV, técnicos, vigilantes, fiscales, observadores y cuerpos de seguridad, y por si fuera poco calibrar la tecnología para asegurar un correcto y oportuno escrutinio, precisión en la transmisión de actas, así como en la totalización y divulgación de resultados con integridad; especialmente por las fallas en las dos elecciones anteriores.

No obstante, la principal fortaleza del TSE es la experiencia y compromiso de directores, técnicos y personal; también debe reconocerse la lealtad al país del Sindicato de Trabajadores del TSE, que siempre han sido responsables con los fines de la institución.

El contexto de la próxima elección está influido por los graves efectos de la crisis sanitaria de la Covid-19 y por la incapacidad e improvisación del régimen en el manejo de la emergencia, profundizando la incertidumbre y la crisis económica y social. De seguir ocurriendo la perversa manipulación de cifras de presuntos contagios, con la aplicación de acciones militares ilegales como los “cercos sanitarios” de intimidación y violación a derechos fundamentales de la población, el régimen logrará el control electoral del país mediante campañas focalizadas, utilizando recursos públicos en contubernio con militantes afines al régimen y ante la inerte flacidez del TSE.

Este complejo contexto obliga al TSE a adecuar tiempos, métodos y recursos del Plan General de Elecciones y a prestar especial atención al rol jurisdiccional. El ascenso de una grave crisis institucional debido a la falta de entendimiento y consensos por el constante enfrentamiento del régimen con todos los poderes del Estado -fenómeno que pone en riesgo los avances democráticos alcanzados con mucho sacrificio- es previsible, como también lo es la continuación de una campaña electoral negativa adelantada.

La campaña electoral diaria de Bukele desata un tormentoso clima político de polarización, odio y persecución, que incluye hasta a la prensa. Oscuros troll center violentan la competencia electoral atacando y descalificando a contendientes, en tanto, medios y cuentas oficiales manipulan a su antojo cortinas de humo mediáticas que enrarecen el clima electoral; ambiente que cuestiona y pone a prueba la autoridad del TSE.

Este nebuloso clima político contamina y oscurece más la escena electoral. Bukele asume un rol proselitista frente a las fuerzas políticas en contienda, por encima del papel unificador que corresponde a su investidura, ante la tibieza del Colegiado del TSE que luce timorato e incapaz de asumir el arbitraje que le corresponde sobre la vulgar, ilegal y abusiva campaña electoral adelantada que efectúan en sus narices ministros, como el de gobernación, prevaliéndose del cargo al utilizar los recursos públicos en la promoción de su imagen.

Es público mi compromiso con el estricto cumplimiento de todas las sentencias judiciales, incluso de aquellas con las que tengo documentada desavenencia; por lo tanto, los presuntos vínculos, ampliamente conocidos, de quienes ejercen jurisdicción electoral no pueden ni deben ser pretexto para el estricto cumplimiento de las leyes, sobre todo de las que garantizan equidad en la contienda. Nadie puede exonerarse de actuar conforme a la ética, legalidad y sentido común, hay suficiente jurisprudencia para distinguir y calificar las campañas ilegales solo falta compromiso, valentía y sagacidad del TSE para cumplirlas.

Los retos para la Presidenta y Magistrados del TSE son significativos en esta elección por el inédito escenario de las dificultades planteadas por la pandemia, las particularidades del régimen y la novatez de algunos en la administración electoral. El proceso exige enormes retos de organización, administración, logística, tecnología y capacitación que aseguren la integridad electoral. Pero el reto mayor será asumir el liderazgo para sobreponerse al autoritarismo que violenta impunemente las normas electorales de equidad de la competencia. ¿Podrá hacer valer el TSE su rol de árbitro y máxima instancia en materia electoral? ¿Tendrá la valentía de parar de una vez las campañas anticipadas ? ¿Ejercerá control sobre el uso abusivo de recursos del Estado? Hasta ahora parece que no, veremos en lo adelante.