A menudo nos concentramos en nuestros problemas nacionales con natural interés sin tomar en cuenta el contexto que viven nuestros vecinos y que parece reflejar una profunda inestabilidad política, social y económica que parece agravarse con el paso del tiempo.

Ya no es solo Nicaragua y su dolorosa situación de violaciones de derechos humanos, carencia de libertades y represión absoluta al grado que todo aquel que anuncie su aspiración a ser candidato presidencial es apresado por el regimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Honduras afronta también un proceso electoral accidentado y un futuro incierto donde sin duda se elegirá el que aparente ser “menos peor”. A la situación política hay que sumarle la crisis de la pandemia y hasta el asesinato de una reconocida política esta semana, un crimen que la sociedad hondureña apuesta que quedará en la impunidad.

Guatemala tampoco se libra de la inestabilidad política. En gran medida, Alejandro Giammattei enfrenta una profunda crisis debido al mal manejo de la pandemia y a la lenta vacunación -apenas aliviada en los últimos días por donativos estadounidenses- y a eso hay que sumarle el despido de un importante fiscal anticorrupción, que ha generado incomodidad en la población.

El Salvador tiene también sus dificultades, como sabemos plenamente. De ahí que la comunidad internacional debe prestar interés a la región entera que puede estar en camino a agravar su situación sin recibir suficiente atención a sus problemas.