Archivo DEM.


El crecimiento poblacional y el cambio climático se han convertido en dos importantes factores de presión sobre las limitadas reservas hídricas en todo el mundo, en forma de crisis aisladas, en principio, que corren el peligro de retroalimentarse hasta provocar un colapso, según las conclusiones de un estudio presentado esta semana por el Instituto Internacional del Agua de Estocolmo.

Las trabas políticas a la hora de crear un entorno sostenible para la correcta distribución del agua son ahora mismo uno de los mayores obstáculos para salvar ambas barreras, y el tiempo corre. "Todas estas crisis locales que estamos viendo en todo el mundo van a acumularse hasta formar una crisis global", a avisado el director ejecutivo del instituto, Torgny Holmgren.

En Jordania, por ejemplo, el tercer país con mayor escasez de recursos de agua, el aumento de precio por litro deja de tener sentido económico cuando el país acoge a un millón y medio de refugiados sirios. "Y así nos encontramos en un potencial polvorín", lamenta el responsable del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (EBRD, por sus siglas en inglés), Craig Davies.

Igual pasa en el norte de África. "Puedes comprar una bomba de agua alimentada por energía solar", apunta Anabelle Houdret, trabajadora regional del Instituto de Desarrollo de Alemania. "El problema es que ello podría original una política de despilfarro de agua que podría secar los acuíferos si no hay barrera económica, el coste del combustible que alimenta una bomba normal en este caso, que lo contenga", lamenta.

El uso correcto del agua se antoja crucial, según explica el vicepresidente de UN-Water, la agencia para la coordinación de recursos hídricos de Naciones Unidas, Olcay Unver. Tres de cada cuatro empleos dependen en cierto modo del agua, comenzando por los pequeños agricultores y ganaderos que producen el 80 por ciento del alimento que se consume en el planeta.

Esto es un problema porque la Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas (la FAO) estima que, para 2050, la demanda global de comida subirá un 50 por ciento. "Y no hay un 50 por ciento adicional de agua que acompañe este crecimiento", avisa Unver.

Si a todo esto se le suma el problema del cambio climático, los objetivos de desarrollo sostenible parecen cada vez más difíciles de cumplir. "Justo cuando parece que estamos viendo la luz al final del túnel", declara el director general para proyectos del Banco Europeo de Inversión, Christopher Hurst, "resulta que puede ser la del tren del cambio climático".