Las caras que vemos cuando vamos para arriba son las mismas caras que vemos cuando vamos para abajo, reza un dicho pueblerino que tiene mucho de cierto y que en ocasiones se aplica a la perfección. Ostentar un poder amerita mucha responsabilidad y si ese poder emana de la voluntad del pueblo amerita mucho más que responsabilidad porque es un poder sagrado adquirido de la confianza de la ciudadanía, por lo tanto debe asumirse con humildad, honestidad y honradez.

Cuando era ministro de Defensa Nacional se mostraba soberbio. Varias veces acudió a los Juzgados o a la Asamblea Legislativa acompañado de todo un derroche castrense. Helicópteros sobrevolando la zona, desfiles de tanquetas, militares parapetados en sitios estratégicos,cierres de calles y todo un equipo de protocolo puesto a su disposición. Creo que ni los presidentes con los cuales trabajó hicieron gala de tanto derroche.

El domingo volvió a los juzgados y esta vez no hubo derroche militar. Esta vez agentes élites de la Policía Nacional Civil (PNC) lo trasladaron esposado, como un reo más sospechoso de haber cometido delitos. Y es que el retirado general de división David Munguía Payés es ahora acusado por tres delitos, a saber: Agrupaciones ilícitas, actos arbitrarios e incumplimiento de deberes, lo anterior porque siendo ministro, junto al expresidente de la República y hoy prófugo de la justicia Mauricio Funes promovieron una “tregua” entre pandillas queen teroría disminuyeron los homicidios, pero permitieron el reforzamiento de los grupos terroristas y el incremento de las desapariciones, las extorsiones y otros grave delitos. La “tregua” permitió privilegios a los criminales en los diferentes penales en detrimento de la sociedad salvadoreña.

Munguía Payés, según la Fiscalía fue uno de los artífices de la “tregua” consideradas por algunos como una política de Estado y por otros como una eminente acción delincuencial fuera de toda normativa legal. En vez de enfrentar el accionar pandilleril con todas las fuerzas de seguridad legal se sentaron a negociar con criminales.

Por la “tregua” fueron procesados otros funcionarios y algunos civiles y al final de la sentencia, dos jueces en dos juicios diferentes, instaron a la Fiscalía a procesar a los “ideólogos” e impulsadores de esa negociación con terroristas; es decir a Funes y Munguía Payes.

Por ahora y hasta ser vencido en juicio Munguía Payes (y el mismo Funes), son inocentes de los delitos que se le imputan. Será tarea de la Fiscalía demostrar su culpabilidad y de sus defensores presentar pruebas de su inocencia, para que un juez valore y con base a criterios estrictamente jurídicos determine si es culpable o inocente. Mediáticamente puede ser considerado culpable e inocente, pero serán las pruebas las que definan su situación.

De ser encontrado culpable por los tres delitos, el general retirado puede ser condenado a una pena que oscila entre cuatro y seis años de cárcel por incumplimiento de deberes; dos a cuatro años por actos arbitrarios y dos a cinco años por agrupaciones ilícitas, penas que pueden incrementarse hasta en una tercera parte por su calidad de funcionario público cuando supuestamente cometió los delitos. En otras palabras podría enfrentar hasta 15 años de prisión o más. Particularmente me gustaría que si es inocente que se le absuelva, pero si es culpable que se le aplique la justicia tal cual está establecida.

El flamante exministro con aparente más poder en las administraciones de Mauricio Funes y Salvador SánchezCerén, fue esposado y exhibido por las autoridades policiales, algo inimaginable cuando se pavoneaba ufano y soberbio haciendo gala de un poder despilfarrador. Esto nos debe traer una aleccionadora reflexión, especialmente a los actuales funcionarios, en el sentido de que el poder no es eterno y que tarde o temprano lo que sube tiene que bajar.

Muchos deben poner su barba en remojo, pues no siempre estarán disfrutando de las mieles del poder formal o real. Nadie debe aprovecharse de un cargo para hacer y deshacer a su antojo o para actuar al margen de la ley.

Es posible que el brazo de la justicia nunca los alcance, pero también es factible que un día se les juzgue por sus errores o actuaciones ilógicas en el marco de la ley. Inocente o culpable Munguía Payés es un ejemplo claro de que en cualquier momento nos caemos de las alturas y perdemos el privilegio del derroche y del poder temporal. Tener poder es tener responsabilidad y sobretodo humildad. Mucha humildad, honradez y honestidad.