El nacimiento de su vocación se originó desde muy pequeño, en su pintoresco pueblo natal de Ataco, departamento de Ahuachapán, cuando tuvo la suerte de tener una madre amante de los versos de Rubén Darío, Amado Nervo y Alfredo Espino, que recitaba a sus diez hijos; esta sensibilidad lo llevó a estudiar en el Centro Nacional de Artes (Cenar), y a obtener uno de sus primeros logros de la adolescencia: La puesta en escena de una obra en su municipio, luego en el departamento de San Salvador, lo cual le hizo obtener el primer premio como director y actor.

Noé Valladares es un hombre de mediana edad, de tez morena y ojos achinados. Destacan en su forma de ser la amabilidad y su disposición para compartir sus conocimientos. Posee un aire de inocencia, vital en el trabajo de un artista.

Por el conflicto armado en El Salvador, así como por su espíritu aventurero, en 1975 viaja junto a un grupo de teatro a países como Argentina, México y España, y en este último se desplaza de los escenarios teatrales al cine, al hacerse profesor de arte dramático en Madrid y formar parte de la compañía nacional. En 1982 se traslada a Nicaragua, en una época de millonarios presupuestos que equipos de cineastas realizaron en dicho país; Valladares trabajó como asistente de dirección en varias películas, tales como: “Walker”, del inglés Alex Cox y “Sandino”, del chileno Miguel Littín.

De este período surgen largometrajes como “Un Canto por la Paz” y “El Camino de la Libertad”, los cuales realizó durante el proceso del movimiento revolucionario. El documental “Todo el Amor” lo hizo en Cuba, y retrata a los lisiados de guerra, del cual expresa: “Yo quería rescatar la parte humana de estos personajes, porque esa es mi línea de trabajo. No tanto el problema de las personas, sino sus partes positivas, su vida”.

encuentros-noe-valladares

Luego creó sus propias películas, entre las cuales destaca “La Virtud de un Santo”, con la actuación protagónica de la periodista Jacinta Escudos. Basada en el cuento “De por qué San Antonio perdió su virtud”, del escritor salvadoreño Salvador Salazar Arrué, esta ficción se realizó en el país sandinista, ya que no fue posible producirla en nuestro país, por la falta de recursos económicos.

También trabajó como guionista junto al director Sergio Sibrián, en el documental “El Tigre y el Venado”, el cual fue galardonado con el primer lugar en la categoría “Indígenas”, del VIII Encuentro Hispanoamericano de Cine y Vídeo Documental Independiente Contra el Silencio Todas las Voces, realizado en México en 2014. Esta realización trata sobre “un pobre anciano que vive solo, pero es muy digno, muy fuerte en su pensamiento y muy claro en lo que él quiere con su indigenismo”, confirmó Valladares.

El tema que proyecta es reiterado en cada una de sus obras: Se retratan personajes excluidos de la sociedad desde su propio punto de vista. Además, las imágenes que utiliza sorprenden al espectador, a través de corrientes artísticas que integra a su obra, como el movimiento surrealista surgido en Francia, con el que nos hace soñar, así como el neorrealismo italiano, por medio del cual refleja los problemas cotidianos de las clases populares.

Actualmente está terminando de editar el largometraje “Encuentros”, en el que es más fuerte la línea surrealista. “Es la historia de un joven salvadoreño que ha vivido en las situaciones que toda la juventud vive, de violencia, de falta de proyectos de vida, porque su entorno ha sido así. Tiene que huir y en el camino de huir, va por diferentes lugares de El Salvador”, relató el cineasta.

Es representante en la Junta Directiva de Premios Platinos del Cine Iberoamericano. Además, trabaja en la Asociación de Capacitación e Investigación para la Salud Mental (ACISAM), donde impulsa desde 2005 la Escuela de Cine Comunitario en El Salvador, para jóvenes de escasos recursos con la elaboración de producciones audiovisuales.

Asimismo, el pasado 13 de octubre ganó el “Premio Pixel”, en la categoría Pixels Pro Audiovisuales, por su producción “Travesía”, la cual trata sobre el problema de la migración en el istmo centroamericano. “Para mí haber ganado el Premio Pixel significa una gran oportunidad de aportar a la conformación de la cinematografía nacional y centroamericana”, expresó el realizador.