Durante muchos años se ha demandado por diferentes sectores que los privados de la libertad en los centros penitenciarios deben de trabajar y producir, pero muy pocas ocasiones se menciona que ellos y ellas ya producen trabajo por medio de las denominadas Industrias Penitenciarias, que venden productos elaborados por las manos y talento de los internos e internas y que hasta el momento el Estado se beneficia de esas ventas sin que ellos reciban un ingreso que les permita atender sus necesidades. A la fecha, todos estos años esos ingresos están siendo utilizado para apoyar las necesidades de gastos del Estado, pero a los internos e internas no se les paga, siendo ellos los que generan los productos que se venden a precios competitivos de mercado.

Ese trabajo no ha sido remunerado, al menos mejorando el nivel de alimentación que se les proporciona a diario en los tiempos de comida que no cumple un propósito de alimentación por que sus requerimientos de nutrición no los cumple, que podemos esperar con $2.70 por cada interno e interna para los tres tiempos de comida. En varias ocasiones he podido abrir las comideras y poder observar: dos tortillas no tipo salvadoreñas sino de “taco”, una pequeña porción de arroz y otra de macarrones, para darme cuenta que no hay un cuidado de poder al menos cumplir un carbohidrato y una proteína, por eso hay muchos hombres y mujeres con bajo peso y algunos con desnutrición.

Uno de los rubros donde más fuga de recurso hay es en el servicio externo de alimentación ya que se pagan más de treinta y ocho millones de dólares anuales, cuando es un servicio que ya los internos hombres y mujeres pueden desarrollar en cada centro penitenciario, y de la utilidad que generaría, invertir en mejorar las cocinas, equipos y la comida. Cuándo se tomará la decisión de comenzar a disminuir el contrato de servicio. Pasan las administraciones y este tema no existe la voluntad de comenzar a resolverlo. Y qué decir que los internos, hombres y mujeres, toman sus alimentos en el suelo, parados o a donde puedan, porque no hay áreas de comedores. Se esperaba que en La Esperanza finalizara el primer comedor de todo el sistema en septiembre 2019 con el apoyo y cooperación de INL.

Los internos y las internas, al recibir un salario mínimo por su trabajo, pueden invertir sus ingresos al menos en estas áreas que sugiero:

  • Que puedan ayudar a sus familias con el sostenimiento y apoyo en los gastos mensuales como escuela y alimentos, esto les permitiría mantener al menos esta conexión con su familia. Los problemas económicos son de las causas principales de desintegración no solo por la privación de la libertad. Como mínimo, esos hijos e hijas tendrían la conciencia que su papá o mamá les han ayudado mientras cumplen su condena.

  • Que puedan tener ingresos para pagar la responsabilidad civil que el sistema judicial les ha impuesto en las sentencias y que muchos de ellos y ellas cumplen su condena y no han podido pagar. Incluso no les permite gozar de beneficios penitenciarios por no haber subsanado esta parte.

  • Fomentar un fondo de ahorro para tener un capital semilla que les permita poder emprender, al gozar de libertad condicional y libertad condicional anticipada o al cumplir su condena.


El trabajo penitenciario es parte del tratamiento, debe combatir el ocio carcelario, pero al mismo tiempo les debe de generar las competencias y habilidades para su reinserción y cumplir la Constitución; los internos e internas deben de recibir un salario mínimo por su trabajo, y al menos que se mejore su alimentación y condiciones en los 28 centros penitenciarios en El Salvador.