Alejandro Giammattei asumió ayer la presidencia de Guatemala bajo grandes expectativas y enormes retos que incluyen desafíos históricos como la pobreza y la violencia, así como el crimen organizado y la corrupción.

Los cuatro años del experimento de Jimmy Morales no han sido nada cómicos, por el contrario, el país tiene una fractura social y política más profunda y solo ha podido seguir adelante gracias al empuje de los empresarios y su población.

Guatemala es el país más poblado de Centroamérica, con 15 millones de habitantes, y la economía más grande de la región. Tres de sus últimos cinco presidentes han terminado en prisión y Morales podría ser el cuarto. Esa es la realidad que encuentra el nuevo mandatario.

Giammattei es un defensor de la mano dura contra la delincuencia y mientras fue director de penales, intentó controlar las prisiones, dirigidas por el crimen organizado.

Pero además, el nuevo mandatario tendrá que enfrentar los problemas migratorios generados por un Acuerdo de Cooperación de Asilo. Se espera también un giro de Giammattei hacia reconocer al líder opositor venezolano Juan Guaidó, mantener una relación estrecha con Estados Unidos, Israel y Taiwán, así como sus vecinos centroamericanos.