Conocer culturas, convivir con personas de otros países y con la naturaleza es lo que mueve a Luis y Liss Nieto a viajar. Ellos son una joven pareja de esposos que reside en Taiwán, lugar desde donde parten hacia sus mejores aventuras en la vida, de acuerdo con lo dicho por ellos mismos en una entrevista con Diario El Mundo, a tan solo días de haber vivido la experiencia de llegar al Campamento Base del Monte Everest.

Los salvadoreños se conocieron trabajando para Avianca. Años después a Luis se le dio la oportunidad de pilotear los aviones de "Hello, Kitty", con Eva Airs, lo cual lo llevó a mudarse de El Salvador hacia Taiwán, en este proceso se casa con Liss y juntos toman la decisión de emprender este nuevo reto que les plantea la vida.

Aprovechando la cercanía con ciudades emblemáticas de la región asiática, ricas en cultura e historia, y otros países de esa región, han decidido conocer más sobre ellos y, junto a sus mochilas, bolsas para dormir y su bandera de El Salvador emprenden viajes cortos.

"Nos gusta aprender cultura, ya que vivimos en Asia, nos da la ventaja, que es barato viajar, porque se puede viajar con un bajo presupuesto. Es una bendición. Viajar en Asia es más barato que ir a México u otros países (...) Nosotros si vamos a otro país no sufrimos de jetlag, estamos cerca. Elegimos destinos de acuerdo con su cultura, historia, nos gusta ponernos en contacto con la gente, conocer más sus culturas", comentó Liss en un contacto con Diario El Mundo.



"Nuestros viajes, si los ven (en redes sociales, donde no somos influencer, ni famosos, solo buscamos compartir nuestras aventuras), nosotros no vamos a una isla, por ejemplo, buscamos un hotel, solo dejamos las cosas y salimos a conocer. Nuestros viajes son, en su mayoría, ir a montañas, estar con tribus. Una vez vimos un ritual de un chamán para un recién nacido, que estaba enfermo. Es de aprovechar todas las oportunidades", agregó la salvadoreña.

Para ellos, El Salvador es su país favorito en el mundo, el cual no cambiarían por nada, "andamos todo el tiempo deseando pupusas, frijolitos fritos. Extrañamos a El Salvador todo el tiempo", contaron. Pero, entienden que la vida los llevó hasta Taiwán por superación personal, entonces, se dedican a hacer que otros, por medio de ellos, conozcan al "Pulgarcito de América". Incluso, afirman que hay taiwaneses que han querido conocer este país por sus relatos.

Pero, ¿Cómo explican sobre El Salvador?: Tenemos que explicar que estamos en Centroamérica, que estamos al lado de Guatemala, que es lo más conocen. Entonces, nos dicen allá tan lejos, de ahí vienen. No se escucha mucho de ese país acá. Pero, siempre andamos orgullosos, andamos la bandera y nos sentimos felices. El Salvador, "nuestro pulgarcito", siempre va a ser nuestro país. El Salvador siempre será nuestro país favorito, en cultura, en comida y más, mencionaron.



Luis y Liss han logrado que la bandera de El Salvador sea vista en Camboya, Mongolia, Taiwán, Francia, Turquía, Japón, Malasia y más recientemente en el Campo Base del Monte Everest, experiencia que los unió como pareja y que los llena de orgullo como salvadoreños.

10 días en la aventura para llegar al Campo Base del Everest

La pareja de esposos tomaron la decisión de llegar hasta este punto del mundo, uno de los más altos, y vivir la experiencia extrema que esto conlleva, al inicio, no la creyeron tan riegosa, pero estando ahí se dieron cuenta que era la más extrema de su vida.

"Este viaje se compone de 10 días en total, seis días de ascenso, cuatro de descenso. Dos de ellos son de climatización. Pasamos días soleados, caminamos en tormentas de nieve. Nos quemamos la cara, sufrimos de resequedad en la piel. No hay espacios para calentarse, todas las noches dormimos con las sleeping bag y tres sábanas encima. La temperatura llegó a -30 grados", contó Liss.

"La primera noche pasamos en un hotel de $5.00, pero el baño es donde está la ducha, nos podía dar hipotermia, está frío. Se puede pedir agua caliente, pero es más caro. Pero, hasta el agua del baño estaba congelada y echar el agua en el baño era con un guacal. Es extremo, no es nada de lujo, es una aventura. La última noche nos costó dormir, no podíamos respirar, toda la noche nos preguntamos '¿Estás bien?'", agregaron.



Incluso, Luis contó "yo tengo un smartwach, mis latidos son 50 más o menos al estar sentado acá (Taiwán), pero ahí estaban arriba de 100, duele el hígado, la cabeza y uno se siente hasta más pesado".

Ambos dicen que fue una aventura bastante emocional, tanto para ellos como pareja, pero también porque el guía y los otros que los ayudaron a vivir este momento en su vida los trataron como familia, a Luis le decían 'hermano' y a Liss 'cuñada', por ser la esposa, aunque el trato 'normal' es 'hermano'.

"Yo soy bien emocional (Liss), nosotros ayudamos a los porter, porque llevan unas cosas amarradas en la cabeza, llevan como 60 kilos. Hay que pasar puentes columpios, son caminos angostos (...) Lo más bonito fue ver a las personas, ver a los guías, los porters, personas que van subiendo con sandalias, incluso con zapatos dispares. El esfuerzo que hacen es impresionante. No conozco personas que hagan tanto esfuerzo para ganar dinero, son un ejemplo", comentaron los esposos.

Ya de regreso a Taiwán, Luis seguirá piloteando y Liss como voluntaria para enseñar inglés, aprendiendo chino-mandarín y cumpliendo sus metas. "En un futuro, nuestros hijos podrán hablar tres idiomas (inglés, español y chino-mandarín), los tres más importantes del mundo", compartieron con Diario El Mundo.