El escaso interés de los jóvenes en la política es un problema recurrente en cada elección. Por un lado comprendo su actitud, la política criolla nos decepciona frecuentemente y me imagino que escuchar a sus padres quejarse de los presidentes o de los diputados, solo incrementa la indiferencia y el desprecio por la política.

Pero cambiar la política es una gran responsabilidad de todos los votantes, incluyendo los jóvenes, que en nuestro país son mayoría. La primera cosa que deben hacer los jóvenes es aprender historia, leer y escuchar las experiencias de sus padres y abuelos sobre lo vivido las últimas tres o cuatro décadas para dimensionar de dónde venimos.

Los jóvenes también deben aprender que los políticos no siempre dicen la verdad y en muchos casos, buscan engañarnos, especialmente en las campañas electorales. Ahí nos muestran la mejor cara y nos hacen mil promesas que rara vez cumplirán.

Los jóvenes tienen que aprender a tener criterio propio. A no creer todo lo que dicen las redes sociales, donde tristemente se ha instalado una industria de la mentira -y no solo para la política- y buscan manipular la opinión pública a su antojo.

Es nuestra responsabilidad como adultos, como padres, enseñar a los jóvenes el camino a tener criterio propio, enseñarles historia de la manera más objetiva posible y enseñarles las consecuencias de los actos políticos que suceden en la actualidad. Nuestros jóvenes deben entender que no votar es dejar en manos de otros las decisiones más importantes sobre su futuro. Por ejemplo, enseñarles que si hay mayor deuda pública, son ellos los que tendrán que pagarlas con más impuestos en su edad adulta. Jóvenes: ¡Despierte!. Interésense en la política para entender cómo les afecta y la necesidad de cambiar las cosas.