Recientemente, un telenoticiero informó de una “epidemia de accidentes automovilísticos” en carreteras y calles de todo nuestro país, misma que además de los daños materiales, implica los daños corporales y hasta la vida de las personas que resultan víctimas en esos casos, que han provocado el interés conjunto, tanto de las autoridades de Tránsito, como del Ministerio de Salud Pública, hasta el grado que según analistas de este grave problema han señalado un promedio de 48 accidentes diarios, cuya alarmante incidencia podría verse incrementada en estas celebraciones navideñas y fin de año, si consideramos el factor irresponsable de ingerir bebidas alcohólicas, mientras manejan o se conducen en automóviles de toda clase y capacidad.

Cualquier ciudadano que se proponga salir de compras navideñas, podrá comprobar, con bastante preocupación, este caso por culpa, en la mayoría de veces, por la forma irresponsable de conducir, con evidente irrespeto a las normas legales de Tránsito, como lo pude ver una noche de estas, donde los carros que venían del lado opuesto se nos cruzaban, a pesar que el semáforo estaba en rojo y nos daba el derecho de continuar por autorizarnos con luz verde. Esta situación caótica, peligrosa e inconsecuente, duró más de media hora, hasta que, por casualidad o por alguna llamada, llegó una patrulla policial que puso fin al abusivo y temerario proceder, del que éramos víctimas y que, por prudencia, no nos atrevimos a romper aquella pasadera de carros del lado opuesto, cuyos conductores hacían caso omiso de las señales del semáforo, colocado en el sector por donde me conducía con mi familia.

Y si lo que ahora comento en esta columna sucede en la capital del país, ¿qué abusos se producirán en el tránsito de carreteras fuera del radio urbano, o en las calles de poblados y ciudades del interior nacional? Ni me atrevo a pensarlo...

Pero la otra cara de este montón de accidentes viales es lo que afecta a la salud humana. Según informes proporcionados por el titular de Salud, el doctor Francisco Alabí, a estas alturas del año que finaliza, se registran casi once mil lesionados en esta clase de accidentes y cada paciente, de no quedar inválido para siempre o fallece en el tratamiento, le cuesta al país hasta veinte mil dólares por cada uno las atenciones médico hospitalarias y si fueran sólo diez mil, eso ya significaría un gran gasto millonario, que podría destinarse a otras prioridades como vacunaciones masivas para prevenir epidemias, mejorar servicios, contratar más médicos y enfermeras, etc.

Asimismo, según leí en este respetable medio periodístico, el ministro Alabí informó que hasta octubre del presente año agonizante, ese ramo registra que han atendido 10 mil 830 lesionados en accidentes viales diversos, tales como choques automovilísticos, colisiones, vuelcos, y que alrededor de 5 mil 300 personas fueron lesionadas en o por motocicletas, siendo la mayor parte conductores de tales vehículos que, hoy representan estadísticas muy graves y merecedoras de un análisis cuidadoso por parte de las autoridades de Tránsito y de quienes se dedican al comercio de esos vehículos de dos ruedas. Asimismo, otros datos que aparecen en EL MUNDO del pasado martes 13 del presente mes, son muy preocupantes, tales como que en la mayoría de víctimas, éstas resultan con fracturas complejas de huesos, lo cual alarga su atención y tratamiento, caso de no quedar inválidos para el resto de su existencia.

Asimismo, la mayoría de víctimas, hasta octubre, resultaron ser 7 mil 828 hombres y 3 mil mujeres y que los departamentos con mayores índices de esta violencia automovilística son San Salvador, Santa Ana y San Miguel y que el promedio oficial es de 36 lesionados diarios, aunque otros entes privados indican que son alrededor de 48 lesionados por día, debido a estos accidentes viales. En todo caso, los datos revelados deben motivar, en primer lugar, a las personas que conducen o manejan cualquier clase de automóvil a no tomar el timón bajo los efectos embriagantes y confiamos se oigan las indicaciones al respecto.

Roguemos a Dios porque esta dolorosa y aflictiva ola de tragedias disminuya en las festividades navideñas y seguir el viejo consejo: si bebe no maneje y si maneja, no beba. Feliz Navidad para todos.