Con satisfacción y entusiasmo leímos reciente información de este importante medio, ofreciéndonos la grata noticia de un ejemplar éxito empresarial salvadoreño, respaldado oficialmente por el Banco Central de Reserva de nuestro país (BCR), referida al notable hecho de que la empresa nacional Kyocera AVX exportó el año pasado nada menos que doscientos cincuenta y nueve millones de dólares en chips ($259 millones), siendo su mayor destinatario los Estados Unidos de América, una elevada y significativa cifra de ventas que, según la entidad bancaria, aumentaron un 7.8% en comparación a exportaciones anteriores.

Varios hechos positivos podríamos deducir de ese loable éxito empresarial, entre ellos, la calidad que el país ha alcanzado con el pasar de los años, poniendo especial atención a los modernos avances tecnológicos, que poco a poco, pero con rapidez extraordinaria, son parte importante de la vida social de las naciones, especialmente en el sector de las comunicaciones, donde los chips, tan conocidos por la mayoría, forman un elemento esencial y cuya millonaria adquisición por la mayor potencia mundial, nos demuestra en forma indudable, que la industria salvadoreña camina al ritmo de los tiempos modernos, por una parte y por otra, señala a gobernantes y gobernados, las necesidades imperiosas e inexcusables de no descuidar la educación y de acrecentar el número de educandos en los niveles superiores de la enseñanza, un axioma que aprendimos desde los lejanos días que estudiamos para ser maestros, en las hoy desaparecidas escuelas normales de antaño.

Asimismo, es también imperioso el llamado a las instituciones oficiales, de apoyar con decisión y certeras medidas protectoras, al sector industrial salvadoreño. Debemos elevar el grado armonía y protección a los empresarios nacionales y a los extranjeros que invierten en nuestro país, para que sigamos cosechando éxitos fecundos que redundan en beneficio del país entero, como el que comentamos en estas líneas , pues lo que una sola empresa obtiene, también se traduce en mejorar el nivel de contratación laboral para la clase trabajadora, en mejores salarios y otros aspectos positivos que la cortedad del espacio no nos permite ampliar. Y, por supuesto, también el Estado se beneficia porque esas cifras de ventas, significan que el país percibe ingresos fiscales que generan, para la administración pública, mayores recursos para ejecutar sus programas y proyectos presupuestarios. Desde esa perspectiva, siempre hemos expresado que el mayor error administrativo de un gobierno, es volcarse contra los empresarios privados, fuente viva del progreso y desarrollo integral de cualquier nación del planeta.

Precisamente, recuerdo con mucho agrado, mi paso como jefe de personal de una reconocida empresa nacional y lo narro como anécdota para su mayor entendimiento: cierta tarde dicembrina, me llaman a la oficina de mis patronos, cuando entré me senté en el sitio que me indicaban. En la gran mesa de trabajo había varios portafolios y además estaban otros jefes auxiliares en derredor. Uno de los empresarios me sorprendió cuando me preguntó directamente: Armando, ¿Qué piensa hacer después que salga de sus labores? Y simplemente le respondí: Pues nada más que irme pronto a mi casa (eran los tiempos de la guerra fratricida). Entonces me dijo: Pues llame a su casa y dígale a su esposa que hoy se quedará a cenar con nosotros, porque vamos a preparar proyectos de ventas para el próximo año y, tal vez, lleguemos hasta el amanecer.

Esa experiencia empresarial jamás la olvidé. Personas adineradas, pero preocupadas por el destino y éxito de sus negocios, ha sido una de las mayores y mejores experiencias de mi vida. Y la narro con agrado para quienes piensan que los empresarios viven viajando placenteramente, o descansando en sus ranchos playeros. El año nuevo lo comenzamos con otros productos, de mayor demanda por su calidad. Yo me retiré del cargo, porque al día siguiente que guerrilleros asesinaron al jefe de personal de ADOC, mi inolvidable amigo Carlos Mata, recibí una llamada anónima con tan pavorosa amenaza, pero ese cuento fatídico tal vez lo narre en otra oportunidad. Sólo me resta felicitar a la industria Kyocera AVX, por este éxito en ventas de chips salvadoreños a empresas estadounidenses.