Las declaraciones iniciales del nuevo embajador estadounidense, William Duncan, en el trasfondo revelan, aunque fueron pronunciadas en tono diplomático, que el país atraviesa condiciones difíciles derivadas de ciertas actuaciones oficiales impulsadas y aprobadas por el actual gobierno que preside el señor Nayib Bukele.

En primer lugar, el embajador Duncan fue muy claro en declarar, inicialmente, con una frase relevante y muy interesante cuando dijo públicamente que “hará todo lo posible por fortalecer la relación con El Salvador”, donde expresó un vocablo que nos motiva a especular, o simplemente pensar, que las actuales relaciones con Estados Unidos no han estado o no son muy buenas o, por lo menos, no han sido suficientemente armónicas entre la primera nación mundial y el gobierno salvadoreño. Y este supuesto hipotético que dejo anotado, encuentra su mayor asidero y justificación, cuando fue el mismo embajador quien dijo claramente: “que hará todo lo posible por fortalecer la relación con El Salvador” (entiéndase que es también con el gobierno de El Salvador).

Nadie va a realizar todo lo posible por fortalecer un quehacer, o una actividad determinada, a menos que se encuentre debilitada, y a contrario sensu, será innecesario esforzarse todo lo posible, si esa relación es fuerte, o se encuentra en óptimas condiciones armónicas. Por eso, es mucho más significativa la frase empleada por el diplomático Duncan cuando lo escuchamos decir, en perfecto castellano, que él llega a nuestro país donde “hará todo lo posible por fortalecer la relación con El Salvador” y esa frase adquiere mayor relevancia e interés, cuando a continuación añade que el segundo objetivo de su llegada al país será “el trabajar en una agenda de valores compartidos” y para quienes, hemos trabajado con los estadounidenses por mucho tiempo, sabemos y conocemos que aquella nación tiene valores plenamente establecidos como son, por ejemplo, la defensa y vigencia de la democracia, cuya base legal es la Constitución y el ordenamiento jurídico legal, donde propugnan la libre iniciativa empresarial, el respeto a la opinión pública y el libre ejercicio del quehacer político, enmarcado previamente en una ley secundaria que, en nuestro caso, es el Código Electoral. Y lo rubricó cuando dijo que los salvadoreños deben saber que él tiene su “pleno compromiso” en efectuar lo que dejamos transcrito en líneas anteriores.

Duncan dijo además que “buscará trabajar muy cerca y respetuosamente con el gobierno de El Salvador y el pueblo” para ampliar una agenda que buscará promover “valores que ambas naciones comparten, así como la prosperidad y la seguridad”.
Estos términos son muy significativos: primero, esa búsqueda de fortalecer las relaciones conlleva el ampliar los valores que ya dejamos anotados y añade, a lo anterior, que eso implicará buscar una mayor prosperidad y seguridad, bases indiscutibles para que “nuestros países sean más fuertes, cuando trabajamos juntos, en respeto mutuo y enfocados en principios democráticos compartidos”. Esa frase del estimado nuevo Embajador Duncan, nos llega oportuna y alentadoramente, cuando se preludia una reelección presidencial del señor Bukele, clara y decididamente inconstitucional y antidemocrática, basándola en el análisis de un concepto entresacado artificiosamente del contexto constitucional, por abogados del partido oficial en turno y, para colmo, aprobado por la Sala de lo Constitucional, constituida por colegas que nunca antes fueron reconocidos como juristas constitucionalistas.

En efecto, la Constitución vigente del país dice textualmente en su Art. 88 que “La alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República es indispensable para el mantenimiento de la forma de gobierno y sistema político establecidos. La violación de esta norma obliga a la insurrección” y en otro artículo, la Constitución señala el período de inicio y final de ejercer la Presidencia, sin que el personaje que la haya ejercido pueda continuar en ella “ni un día más”. Dos principios democráticos, que hoy los percibimos amenazados, y que se los transmitimos al gentil conocimiento del Embajador Duncan, a quien le expresamos las muestras de nuestra cordial bienvenida y los augurios del éxito en sus gestiones, ante el gobierno y el pueblo nuestros. Y, por supuesto, hacemos extensivos nuestros saludos fraternos a la actual administración amiga del presidente Joe Biden.