En la Avenida Independencia de San Salvador hay una pequeña caseta de color barniz. Este es el lugar donde Óscar Adonai Melara se gana la vida vendiendo artículos de primera necesidad.

“Aquí la gente miraba que yo trabajaba de día y noche, para construir el puesto. Parece de madera por el tipo de pintura que le puse, pero todo está hecho de durapax. Lo pegué con silicón líquido y usé una regla de madera que me regalaron como base”, mencionó Óscar.



El pequeño kiosko está ubicado frente al extinto cine Avenida, adornado alrededor, por pequeños focos amarillos, que iluminan el local cuando cae la noche.
Óscar vino al país hace tres años, después de trabajar en la Central de abasto de México. Al no encontrar un empleo formal improvisó esta peculiar estructura, producto de su creatividad y empeño.



Sin embargo, el joven vendedor manifiesta que aún le quedan algunos detalles para terminar su obra: “He visto una malla de metal en el centro, de esa que usan para colar arena. Lo voy usar para forrarlo y también voy a construir la segunda planta”, mencionó, mientras sintonizaba una radio evangélica en el interior del local.

Óscar vendía en un canasto, ahora ya no ofrece sus productos a la intemperie y manifiesta que está intentando obtener los permisos por parte de la alcaldía, para poder trabajar de manera legal.

Durante las noches, cuando termina sus labores, cubre el local con lámina, plástico y lo protege con cadena y candado.