La policía dispersó ayer con gases lacrimógenos una manifestación encabezada por el líder opositor Juan Guaidó para demandar elecciones que saquen del poder al presidente socialista de Venezuela, Nicolás Maduro.

Miles de personas comenzaron a marchar con Guaidó en Caracas, en momentos en los que el dirigente busca reactivar las protestas contra Maduro, aunque la concurrencia es lejana a las masivas movilizaciones que encabezó a principios de 2019.

Cuando apenas habían recorrido unas pocas cuadras, una barricada de agentes de la Policía Nacional con equipos antimotines les cortó el paso por una avenida, mientras un carro blindado bloqueaba otra.

“¡Este piquete no representa a Venezuela, este piquete representa la dictadura!”, gritó Guaidó ante las fuerzas de seguridad.

Cuando quiso dialogar con los agentes, estos dispararon bombas lacrimógenas y la multitud se dispersó. Un puñado de jóvenes con el rostro cubierto respondió lanzando piedras y palos contra los efectivos.

“Ya llegará el momento” de “llegar a donde tenemos que llegar”, dijo después Guaidó desde una plaza cercana a los incidentes, descartando que la marcha intentara continuar hacia el Palacio Legislativo, en el centro de la ciudad, punto de destino que había fijado.

 

Chavistas también marcharon

Como ante cada protesta de la oposición, el chavismo realizó simultáneamente una “contramarcha”.

El dirigente oficialista Diosdado Cabello restó importancia a lo ocurrido en la manifestación convocada por Guaidó.

“Hicieron actos de violencia para tomarse una foto, lo que querían era la foto, porque ellos creen que con un ‘selfie’ van a tumbar al gobierno revolucionario”, ironizó Cabello ante una multitud de partidarios de Maduro.

Los manifestantes chavistas gritaron consignas contra Guaidó, calificándole de “traidor” por considerarlo instigador de las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela y su ya debilitada industria petrolera.

La jornada era un test para Guaidó, pues la respuesta popular a sus actos fue cayendo a lo largo del año pasado. Su apoyo en el exterior, en contrapartida, creció y el propio Donald Trump prometió “aplastar” a Maduro.