La remodelación de la Puerta del Diablo comenzó en noviembre del 2018 y se esperaba que se entregara seis meses después; sin embargo, los trabajos están paralizados. / Diego García


Hace más de un año en la Puerta del Diablo, en Panchimalco, era común ver turistas escalando las montañas, tomar fotografías o retratar el lago de Ilopango y el volcán de San Vicente. Ahora el sitio se encuentra desolado y abondonado por la paralización de los trabajos de mejoramiento.

La Puerta del Diablo fue cerrada a los turistas el 5 de noviembre de 2018, cuando el Instituto Salvadoreño de Turismo (Istu) empezó a construir un parque recreativo. Sin embargo, el proyecto de remodelación fue suspendido meses después, debido a que no se tenían los permisos ambientales.

Este viernes, vendedores de la Puerta del Diablo se reunieron en el lugar y pidieron a las autoridades del Gobierno central y del municipio de Panchimalco que se reabra el parque turístico y se reinstalen los puestos de ventas.

Mario Chávez, representante de la Cooperativa de Comunidades por la Cooperación y la Solidaridad (Cordecom), espera que los vendedores se reintegren a sus labores en enero del próximo año, ya que para esta fecha no ven “un panorama claro” del avance sobre su situación.

Establecimiento de pupusas abandonado por los trabajos en la Puerta del Diablo. También se vendían alimentos derivados del elote y artesanías. / Diego García


“Nosotros estamos pidiendo al Gobierno y al Istu que vuelvan a restablecer el centro turístico de la Puerta del Diablo (…) nos habían dicho que nos iban a restablecer los puestos, pero hasta el momento ni abren el lugar ni podemos seguir haciendo nuestro trabajo, no vemos nada claro”, explicó.

Por el cierre del parque turístico, los vendedores se vieron obligados a migrar a otros lugares para comercializar sus productos. Otros no encontraron empleos.

Chávez indicó que el alcalde de la municipalidad de Panchimalco ha llegado a un consenso de reubicar los comercios. Los comerciantes esperan que “al menos, en los primeros días de enero, tener la posibilidad de estar entrando ya al lugar”.

El Istu informó, el año pasado a los salvadoreños, que el lugar estaría “temporalmente cerrado por seis meses”, con el fin de facilitar las labores de construcción y salvaguardar la integridad física de los visitantes durante la ejecución del proyecto.

Sin embargo, ayer la institución comunicó a Diario El Mundo que su postura sigue siendo la de resguardar la integridad física de las personas que se acercan al proyecto, ya que hay varios cimientos que son peligrosos.

Dos hijas de vendedores de la Puerta del Diablo observan el paisaje luego que sus padres demandaran reinstalar sus puestos de venta en el parque. / Diego García


“Estamos hablando con los vendedores para ver de qué manera nos apoyamos todos, porque nos debemos al turismo social. El lunes, creería, que estaríamos dando una respuesta definitiva para ver los resultados que se le estarían dando a los vendedores”, informaron voceros del Istu.

Una vocera de la institución sumó que, basándose en las declaraciones de la ministra de Turismo, Morena Valdez, el proyecto se inauguraría en el segundo semestre del 2020.

Además, aseguró que este viernes se reunieron con los vendedores para recolectar las peticiones y así “darle una respuesta positiva”, siempre y cuando no atente a la integridad física de los vendedores o de los turistas.

Los trabajos de mejoramiento de la Puerta del Diablo se pausaron debido a la resolución del Juzgado Ambiental de Santa Tecla, con fecha 18 de diciembre de 2018, que se emitió luego que dos ciudadanos denunciaron que el Istu realizaba dicho proyecto, sin contar con los debidos permisos medioambientales.

El proyecto de mejoramiento llevaba en enero pasado un 10 % de avance en la fase de construcción y, hasta esa fecha, ya se habían ejecutado $21,520 de $1.35 millones que costaría, sobre todo en obras de terracería.

Los vendedores de la zona pidieron ayer al Gobierno central y al de Panchimalco abrir el parque turístico, en fase de mejoramiento desde noviembre de 2018. / Diego García


Pérdidas en las ventas

El representante de los vendedores indicó que con el cierre del parque turístico se afectó a más de 200 familias del lugar y al menos 38 vendedores de siete comunidades aledañas que se dedicaban a la venta de artesanía, comida típica, atoles, almuerzos o cenas en la zona. “Hay vendedores que ganaban entre $500 a $700 al mes”, indicó.

Los puestos dedicados a la comercialización de atoles tenían ingresos entre $35 a $40 los fines de semana; sin embargo, estas “ventas han disminuido hasta en un 50 % o más”, indicó Chávez.