Si usted es un ciudadano medianamente instruido y lee o ve habitualmente las noticias, seguramente estará pasando por la pena de no saber qué están proponiendo los candidatos a diputados y, en algunos casos, ni siquiera qué están ofreciendo muchos candidatos a alcaldes para sus municipios.

Recuerdo cuando las campañas tenían propuestas inteligentes. Cuando los candidatos eran verdaderos caballeros y verdaderas damas que podían elaborar propuestas, debatir con argumentos por qué su propuesta era mejor que la de su adversario y por qué el votante tenía que preferirlos a ellos o ellas. Ya no sucede eso. No hay argumentos, no hay propuestas, solo un montón de lemas repetidos y mucho, pero mucho photoshop, sonrisas congeladas y vagas propuestas que no pueden profundizarse.

Por ahí he visto candidatos a diputados ofreciendo empleos como lema de campaña –y me imaginé los 15 o 20 asesores que suelen tener los diputados– otra candidata que posa en todas las posiciones posibles como una modelo de revista pero que no tiene nada en la cabeza. Otros que prometen obedecerle al presidente, pero son incapaces de decir por sí mismos qué piensan ellos. Otros, que esconden lo que realmente piensan porque contraria la “línea oficial del partido”. Y otros a quienes les encanta, adoran, hablar del pasado cuando nos estamos jugando el futuro.

A pesar de toda esta decepcionante campaña, pienso ir a votar, porque creo en la democracia y no me gusta que me impongan otros algo en lo que no creo. Esa es la única manera de cambiar las cosas. Escudriñe bien los candidatos y seguramente encontrará algunos por los que valdrá le pena marcarles el rostro y escogerlos.