La campaña electoral no ha terminado. Las grandilocuentes propuestas de la clase política así lo confirman. Una de las grandes interrogantes era cómo iban a reaccionar la oposición y el nuevo oficialismo luego del 3 de febrero. La respuesta: todo ha estado en clave electoral de cara al 2021. La última muestra es la propuesta de incrementar el Fondo para el Desarrollo Económico y Social de los Municipios de El Salvador (Fodes), del 8 al 10 % de los ingresos corrientes netos del presupuesto del Estado.

El Fodes fue en creado en 1988, desde entonces hasta la fecha, las municipalidades han recibido transferencias que han oscilado entre menos del 1 % y el 8 %. La idea era que estas transferencias permitieran potenciar el desarrollo local de los municipios. Sin duda, a nivel municipal las necesidades son múltiples y los recursos son escasos, es por ello que diversos Alcaldes han venido solicitando que el Fodes sea del 10 %. Éste fue un tema de campaña, donde el candidato Bukele lo promovió. Ahora, son el FMLN y Arena quienes lo abanderan en la Asamblea, en un ejercicio de pulso poder, donde éste es solo un capítulo más. Sin embargo, ahora como presidente electo se opone, pues entiende que los partidos de oposición quieren hacerle un regalo envenenado.

El incremento del Fodes implicaría agregarle una mayor rigidez al presupuesto, o lo que es lo mismo, restaría margen de maniobra para hacer nuevas políticas públicas. Actualmente por cada dólar que se recauda en impuestos, noventa centavos ya tienen un destino específico –pago de salarios, el servicio de la deuda, transferencias a la Corte Suprema de Justicia, transferencias a las municipalidades, entre otros−. Adicionalmente, el incremento de recursos a las municipalidades no iría acompañado de un incremento de las responsabilidades que éstas tienen. Aunque existen casos exitosos como los Nonualcos, para nadie es un secreto que hay municipalidades cuya tarea principal es comprar pólvora para las fiestas patronales. La falta de planes de desarrollo municipal y la carencia de capacidades técnicas hacen que el manejo de las finanzas municipales sea realmente preocupante, tal como lo demuestran los informes de deuda municipal realizados por el Ministerio de Hacienda. La Ley del Fodes establece que de estos recursos el 75 % sea para proyectos de inversión y el restante para gasto de funcionamiento, pero año con año la Asamblea Legislativa termina aprobando decretos transitorios para que las municipalidades puedan tomar del Fodes para pagar aguinaldos e incluso gastos básicos, como los recibos de energía eléctrica.

Por lo que, en el fondo, lo que esta propuesta revela es la política de improvisación, esa que ha caracterizado a los políticos salvadoreños. Pues hasta ahora no se conoce públicamente un solo estudio técnico que muestre las implicaciones de incrementar el Fodes. Tampoco que demuestre que es la mejor alternativa, ¿por qué no mejor un impuesto predial, por ejemplo?

El desarrollo local debe ser una gran apuesta para El Salvador, pero se debe dar bien, para que sea un proceso que permita mejorar la calidad de vida de la población. Sin embargo, de continuar este proceso de la manera en la que se ha venido realizando es casi imposible, que, en el corto plazo, las municipalidades se conviertan en casos exitosos de desarrollo local.

Sin duda, el mayor desafío del próximo gobierno está en el manejo de las finanzas públicas. Ahí dependerá su éxito o fracaso. Pero tiene que estar claro que la política fiscal no solo la diseña el Ejecutivo, también es moldeada por la Asamblea Legislativa e incluso por la Corte Suprema de Justicia, especialmente a través de la Sala de lo Constitucional. El gobierno electo deberá de aprender de los errores de sus antecesores y despojarse de la arrogancia de la clase política, para reconocer que la correlación de fuerzas tendrá que hacerla principalmente con la ciudadanía, ya que no la tiene en la Asamblea, y de ahí la importancia de crear alianzas con las diversas expresiones de la sociedad civil. De lo contrario, éste puede ser uno de múltiples regalos envenenados que el Ejecutivo recibirá.