Las redes sociales debería llamarnos la atención sobre la forma de ver la vida y los valores que cultivamos. En las redes sociales parece haber “olas” que llevan y traen de una manera que a veces nos debería avergonzarnos como sociedad.

Se critica todo sin reflexionar en nada. Se leen solo titulares y no el detalle de los artículos, provocando saltar a conclusiones que no siempre están correctas, con una superficialidad de ignorante.

En las redes sociales se carece de la más mínima compasión, del respeto a los demás. Se repite cualquier porquería, cualquier rumor, cualquier chambre de alcoba. Se condena como una moderna inquisición, sin tomar en cuenta el derecho y la libertad de los individuos de pensar y expresar lo que ellos consideren conveniente.

Si alguien es religioso, pretende imponer su creencia. En otros casos, si alguien aborrece la religión, hostiga y molesta a los creyentes de una manera que ronda en la persecución y el acoso. Son extremos que arruinan la convivencia y armonía y por eso mucha gente sensata termina abandonando las redes sociales.

Las redes sociales son una gran herramienta de información e intercambio pero también se han vuelto una especie de paredones de fusilamiento de la reputación de las personas. A veces pareciera que en las redes sociales se practican varios de los pecados capitales al mismo tiempo, incitados además por personajes de escasa o nula crediblidad que atacan a gente respetable y decente.

Precisamente por eso es tan fácil para los políticos manejar las redes sociales a su antojo y manipular a la gente. Hay abundante literatura y documentales al respecto y si usted presume de ser medianamente educado debería preocuparse por leerlos. Pero leálos completos, no solo el tuit.