La mala noticia de la decisión judicial de cancelar el Estatus de Protección Temporal (TPS) para lo salvadoreños, poniendo en peligro su deportación masiva, debe ser un motivo de gran alarma para todos. Seamos claros. El Salvador no podría soportar una deportación masiva de migrantes en las condiciones socioeconómicas y de inseguridad que sufrimos actualmente y agravadas por la pandemia del coronavirus.

Realmente quedan muy pocas alternativas legales. La Corte Suprema de Estados Unidos no ha fallado usualmente a favor de los migrantes y si el presidente Donald Trump es reelegido en noviembre, las opciones son casi nulas para nuestros connacionales en aquel país. Si el candidato demócrata, Joe Biden, gana los comicios de noviembre, es probable que haya opciones pero tampoco hay garantía alguna. Hay que recordar que Biden fue el vicepresidente de Obama, cuyo gobierno deportó una cantidad sin precedentes de salvadoreños.

Pero además, el fin del TPS arruina la vida de los salvadoreños en Estados Unidos que por casi dos décadas han construido sus hogares y sus familias allá, en otra realidad, con otros valores y con otras oportunidades que difícilmente podrán tener aquí. El fin del TPS además, puede tener un enorme impacto económico en el tema de remesas y eso afectará a miles de personas beneficiadas.

Ojalá que las elecciones de noviembre en Estados Unidos abran la puerta para un alivio migratorio para nuestros compatriotas, pero hay que ser realistas de que será difícil.