Las calles del centro, poco a poco, han vuelto a estar llenas de ventas y personas. / Óscar Romero.


El domingo 22 de marzo, el Centro de San Salvador quedó en silencio. Fue el primer día de más de cinco meses en que las personas no podían salir, salvo algunas excepciones. El confinamiento fue la medida para evitar que los contagios por covid-19 aumentaran.

El 24 de agosto, con la primera fase de la reapertura económica los vendedores regresaron poco a poco a las calles de la capital, tenían autorizado hacerlo hasta la tercera fase, pero la mayoría se volcó desde antes. Casi tres meses después de la reapertura, el panorama “ha cambiado un poco” dicen.

Blanca Granados está con sus dos carretones sobre la Plaza Gerardo Barrios, ahí, sostiene entre sus dedos algo que siempre ha vendido: cremas para combatir los hongos pero también, ofrece algo “que la gente ha estado buscando”: alcohol gel y mascarillas.
“Se ha estado vendiendo, tal vez no como antes pero se va levantando —dice mientras un transeúnte que camina sobre la plaza, le pide una bebida—, me están buscando ahorita”, cuenta de manera alegre.

Granados relata que al principio llegaban y se iban “y no vendíamos”. Ella, como muchos otros vendedores relataron que “hubo un tiempo en que la gente solo mascarilla buscaba, no buscaba otra cosa. Ahora sí ya están buscando de todo”, dice.

Según los datos de la Coordinadora Nacional de Vendedores (CNV), solo en San Salvador, el comercio informal agrupa unos 37,000 vendedores.

Sobre una de las banquetas que están frente a Catedral Metropolitana, Salvador Uceda descansa y se toma un café, él se gana la vida deambulando por las calles del centro vendiendo diferentes tipos de maní.

Uceda, quien vende en el centro desde los 90, hizo un llamado al Gobierno: “tiene que tomar bastante (en cuenta) a los vendedores informales, porque no se ha visto nada que digan: ‘vamos a ayudarle a los vendedores informales’, no, no hay nada de eso”, expresó.

Hace un mes, el Gobierno anunció que empresarios del sector informal podían gestionar créditos productivos los cuales habían sido habilitados del Fideicomiso para la Recuperación Económica de las Empresas (Firempresa).

El presidente de la República, Nayib Bukele, dijo en una conferencia que un paquete de $100 millones (de un total de más de $600 millones), sería el destinado en créditos para el sector informal, a los que se iba a acceder con condiciones no exigentes.

Mientras tanto, Salvador Uceda cuenta que “está bien tremenda la situación que estamos viviendo; solo para la comida se saca; poco a poco se ve la gente”, afirma.

La mayoría de vendedores asegura que usa mascarilla, porque de lo contrario, la gente no les compra. / Óscar Romero.

La mascarilla


A lo largo de la 3 avenida norte, las personas caminan, algunas cubiertas con mascarilla, y otras sin tomar en cuenta las recomendaciones sanitarias para combatir la pandemia. Pocos vendedores hacen uso de la mascarilla justificando la ausencia, por el calor que les genera estar en constante movimiento.

Otros vendedores como, Oscar Méndez, relata a Diario El Mundo que “hoy sin esto —y levanta su mascarilla de tela azul—, usted no vende, sin esto a mi no me compran”, asegura.

Méndez vende papel higiénico en una carreta, durante el confinamiento cuando las plazas estuvieron cerradas le tocó “buscar otra forma de sobrevivir”, comenta que por comprar el papel higiénico le regalan huacales grandes, de los cuales llegó a tener hasta 50 de ellos, esos le dieron de comer durante esos meses, cuenta.

Hay vendedores que cuando entregan un producto o dinero, o lo reciben, lo rocían con amonio cuaternario, o alcohol; sin embargo, otros han dejado de lado las medidas sanitarias en una capital que poco a poco trata de volver a la normalidad y se olvida del lavado de manos constantemente.

Los comerciantes esperan que “ojalá aunque sea poco a poco”, las personas lleguen y compren sus productos.

Los ingresos no han regresado para los vendedores de comida en el Centro de San Salvador. Dicen que la gente tiene desconfianza a pesar que dicen guardar las medidas. / Óscar Romero.

No todo ha regresado


“Panes bendición de Dios” es el nombre de la venta con la que Raúl Zamora intenta ganarse la vida, dice que a 3 meses de la reapertura, las cosas siguen mal. “Antes a esta hora —eran las 10 de la mañana—, ya había vendido unos diez dólares, hoy, ni un pan he vendido”, cuenta con impotencia. Zamora vende los famosos panes “mataniños” a $0.40 centavos.

Agrega que la gente sigue desconfiando de comprar ese tipo de comidas a pesar de que él realiza las medidas de seguridad antes de preparar los famosos panes.

El recorrido en el centro finaliza con Sandra Ábrego quien vende artesanías, entre ellas cruces, rosarios y pulseras para bebé. “Sale poca gente, por esta enfermedad los negocios están calmados”, relató.

Al finalizar, Abrego dijo que iba a posar en la foto sin su mercadería, la puso sobre un asiento que le sirve a ella para poner sus productos.

Con esperanza, así llegan cada día los vendedores al lugar donde ofrecen sus productos, y así viven también casi tres meses después desde que inició la reapertura económica luego del confinamiento por el covid-19.