El Fondo Monetario Internacional (FMI) mantuvo en firme su proyección de un crecimiento de solo 1.7 % de la economía salvadoreña.

En la actualización de sus perspectivas para América Latina, divulgadas este miércoles, el multilateral advirtió de una fuerte desaceleración en la dinámica de la actividad salvadoreña de un 2.6 % de crecimiento en 2022 a solo 1.7 % para este año, mientras que para 2024 prevé que la tasa rondará los 1.5 %.

El escenario es mucho menos optimista que el oficial, pues el Banco Central de Reserva (BCR) prevé que el Producto Interno Bruto (PIB, producción de bienes y servicios) crezca entre un 2 % y 3 %.

Además del FMI, el Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estiman que la tasa de crecimiento será menor a la oficial, entre un 2 % y 1.6 %, respectivamente.

De cumplirse estos escenarios, la economía salvadoreña se acerca este 2023 a su desempeño más bajo en la última década, con excepción de la abrupta contracción de 2020. No había crecido menos del 2 % desde 2014, cuando ese año registró una expansión de 1.7 %.

El Fondo Monetario reiteró que El Salvador regresa a ser la economía de menor crecimiento en Centroamérica. Este 2023, el istmo será liderado por Panamá con una tasa de 4 %. El país vecino y principal socio comercial en la región, Guatemala, crecerá un 3.4 % mientras que Honduras un 3.5 %.

Costa Rica crecerá un 2.9 % y Nicaragua un 3 %.

Advertencia de choques sociales.

La resiliencia de América Latina y el Caribe se ve limitada en un mundo que sufre las consecuencias de la invasión rusa a Ucrania, los riesgos de recesión en las economías más grandes y la elevada inflación.

De esa manera, el FMI prevé que la economía latinoamericana pase de un 3.9 % en 2022 a 1.8 % en 2023, menor al promedio a nivel mundial que estima en 2.9 %.

“A pesar de estas noticias alentadoras sobre el crecimiento y la inflación, es probable que 2023 sea un año desafiante para la región”, alertó el FMI en blog. La creación de empleo, el gasto del consumidor y la demanda de bienes se están desacelerando, al tiempo que cae la confianza de los consumidores y las empresas.

“La desaceleración del crecimiento, la alta inflación y la incertidumbre global significan que muchas personas en la región verán disminuir su nivel de vida este año y probablemente enfrentará un aumento ansiedad por su futuro”, advirtió.

El riesgo, prosiguió, es que la región viva un nuevo episodio de descontento social como en 2019 cuando se registraron masivas manifestaciones en Chile, Colombia y Ecuador.